Ante el nuevo escenario del cultivo del olivo que se está rediseñando de forma acelerada en el Mediterráneo, donde convivirán olivares de alta densidad (seto e intensivo) con olivares tradicionales (de alta y baja pendiente), y teniendo en cuenta los diferentes costes de producción, hemos querido preguntar a productores y expertos del sector qué habría que hacer para que todos encuentren la ansiada rentabilidad.
José María Penco
Director de la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO)
“Si logramos que el aceite de oliva tenga un alto valor derivado de una demanda sólida y bien informada, todos los modelos de cultivo podrán convivir en el futuro”
Efectivamente, nos encontramos ante un escenario cambiante que va a redefinir el cultivo del olivo tal y como lo conocemos. Los sistemas más eficientes en términos de costes y producción -los olivares de alta densidad- crecerán en superficie de forma irreversible y acelerada. Cuando un modelo resulta más rentable, guste más o guste menos, siempre acaba imponiéndose.
En cuanto a los olivares tradicionales, debemos diferenciar entre los de baja y alta pendiente. Los primeros tenderán a reconvertirse progresivamente hacia sistemas de alta densidad, ya que orográficamente es posible. Esta transición será más o menos rápida según el territorio, la comarca o la provincia, y dependerá en gran medida de factores como la estructura de la propiedad o los arraigos culturales. Aun así, es previsible que una parte significativa acabe reconvirtiéndose, impulsada en última instancia por el relevo generacional.
El caso del olivar tradicional de montaña es distinto. Al no ser mecanizable por la pendiente, no puede transformarse en modelos intensivos o en seto. Para evitar su abandono -un riesgo real-, la única alternativa viable será apostar por la producción ecológica y por aceites de oliva vírgenes extra de alta calidad, potenciando además otras actividades complementarias como el oleoturismo. Sólo así se podrá lograr un precio diferencial en el mercado que permita compensar sus mayores costes.
Dicho esto, hay una estrategia que beneficia a todos los sistemas productivos sin excepción: valorar el aceite de oliva en el mundo. Lograr precios acordes con los costes reales de producción -como frutal que es- es fundamental. Para ello, el conjunto del sector debe comprometerse a dignificar el producto ante los ojos del consumidor, invirtiendo en la comunicación de sus valores. Es imprescindible reforzar el mensaje de salud, de excelencia gastronómica y de sostenibilidad, porque el aceite de oliva es, sin duda, la grasa más sana, más rica y respetuosa con el medio ambiente que conocemos.
En definitiva, si logramos que el aceite de oliva tenga un alto valor derivado de una demanda sólida y bien informada, todos los modelos de cultivo podrán convivir en el futuro.
José Manuel Lacarte
Director comercial de Grupo Agromillora
“El olivar en seto producirá cada vez más AOVE, y no sólo eso, sino que cada vez será más bueno, más bonito y más barato”
Rentabilidad supone al fin y al cabo margen de beneficio, y eso se consigue bien reduciendo costes, bien aumentando los ingresos. Esta afirmación, que no es más que una verdadera perogrullada, deja de serlo si analizamos en profundidad cómo minimizar los costes y maximizar los ingresos en cada uno de los modelos de cultivo del olivar.
En el caso del olivar en seto, a nadie le cabe duda de que en el futuro el coste de un kilo de AOVE producido con este modelo seguirá disminuyendo como consecuencia de la innovación y la mayor eficiencia de la maquinaria y la robótica utilizada. A su vez, los ingresos seguirán creciendo como consecuencia de la aparición de nuevas genéticas más productivas y eficientes en el uso de los recursos. En pocas palabras: el olivar en seto producirá cada vez más AOVE, y no sólo eso, sino que cada vez será “más bueno, más bonito y más barato”.
En el caso de los olivares tradicionales, la realidad es que difícilmente seremos capaces de reducir los costes de un sistema dependiente de una mano de obra cada vez más cara y escasa. Sin embargo, en mi opinión, ni mucho menos todo está perdido porque nos queda la baza de la otra parte de la ecuación: los ingresos. Transferir al interior de una botella el valor de la tradición, de la biodiversidad, del paisaje creado por unos olivos forjados por siglos de historia requiere de un storytelling convincente que cree en el consumidor una mayor percepción de valor. Un objetivo nada fácil y que seguramente necesita una alianza que trasciende a los meros olivicultores y que supone la puesta en valor de conceptos tan amplios como la cultura, el patrimonio artístico, la fauna o la gastronomía de una región. En definitiva, fuentes de ingresos indirectas que, como el oleoturismo o las ayudas para la conservación del medio ambiente, complementen las rentas de unos olivicultores tradicionales que, mal que nos pese están en peligro de extinción.
Y quizás resulte paradójico mi pensamiento, pero en mi opinión de esta extinción tal vez sólo pueda salvarles una mayor demanda, conocimiento y reconocimiento de la cultura del AOVE a nivel internacional gracias a los aceites producidos por las plantaciones más mecanizadas, o lo que es lo mismo, por las más competitivas. La creación de nuevos mercados requiere el posicionamiento del AOVE como una grasa saludable pero también de un precio que, generando beneficio para sus productores, compita con otros aceites vegetales como el de palma, colza o girasol. Ganar mercado es abrir las puertas a nuevos consumidores que se interesen por los orígenes de un producto que conecta pasado y presente como ningún otro, e invitarles a vivir la realidad de nuestros olivos tradicionales.
Alberto Grimelli
Agrónomo, periodista y CEO y fundador de Teatro Naturale
“La cuestión no será qué modelo de olivar garantizará la rentabilidad, sino si el olivo podrá generar ingresos dadas las políticas comerciales mundiales que equiparan el aceite de oliva virgen extra con otros aceites vegetales”
La rentabilidad de un olivar depende de la percepción del valor del aceite de oliva que se produce. Si los olivares tradicionales, que no pueden reducir costes, no logran transformar los valores ambientales, sociales, históricos y tradicionales que expresan en valor económico, están destinados a desaparecer.
El modelo superintensivo presenta los mismos desafíos, tales como reducir los insumos energéticos y el consumo de agua, lograr resiliencia y estabilizar la producción frente al cambio climático.
Se trata de retos diferentes, pero igualmente complejos, para lograr la rentabilidad.
La cuestión no será qué modelo de olivar garantizará la rentabilidad, sino si el olivo podrá generar ingresos dadas las políticas comerciales mundiales que equiparan el aceite de oliva virgen extra con otros aceites vegetales, como el aceite de girasol alto oleico.
Álvaro Olavarría
Director Gerente de Oleoestepa
“Maximizar las producciones por hectárea y reducir los costes de producción son dos variables que estamos obligados a obtener en la ecuación de rentabilidad del olivar en el mundo”
Maximizar las producciones por hectárea y reducir los costes de producción son dos variables que estamos obligados a obtener en la ecuación de rentabilidad del olivar en el mundo. Los olivares en seto son la mejor de las alternativas para aquellas explotaciones donde se dispone de factores productivos como el agua, orografía adecuada, tamaño de la explotación, etc., para la consecución de estos dos retos. La tercera variable de la ecuación es el precio de venta de los aceites y aquí es determinante la calidad. Los olivares menos competitivos están abocados a obtener la máxima calidad -sensorial y química-, diferenciándose gracias a las variedades autóctonas, clima, suelo, fechas de recolección, procesos de elaboración y, sobre todo, mucho marketing apoyado en palancas como la salud, la sostenibilidad o el sabor, al que se podría añadir otras razones para los consumidores que también comienza con la “s”, como el compromiso social.
Y no olvidemos la importancia de gestionar la oferta, profesionalizada y con masa crítica para ordenar el mercado. En estos últimos meses estamos viendo claros ejemplos de nuestras debilidades como productores. Toda la cadena de valor, desde el productor al distribuidor, quiere estabilidad y lo están pidiendo a gritos.
Esteban Momblán
Gerente de Grupo Interóleo
“El olivar menos competitivo debería trabajar en dos vías: hacia la demanda y hacia la oferta”
La existencia de dos tipos de olivar tan claramente diferenciados que, sin embargo, dan lugar a un producto de similares características sensoriales y físico-químicas hace muy difícil que el consumidor pueda diferenciarlos. El nuevo olivar intensivo y superintensivo, por ser muy competitivo en costes, tiene la capacidad de ser rentable en los umbrales bajos de precio, mientras que el tradicional se hace inviable. Este olivar menos competitivo debería trabajar en dos vías: hacia la demanda y hacia la oferta.
Desde la oferta intentando ser más competitivo con gestión integral de explotaciones agrícolas, uso eficiente de recursos e inversión en i+D+I para la modernización del mismo.
Desde la demanda el esfuerzo habrá que hacerlo mediante la divulgación del aspecto medio ambiental del olivar tradicional menos agresivo en el uso de recursos, así como el mantenimiento y desarrollo de la economía rural.
Álvaro Labella
CEO de Olibest y OlivoGestão
“La mejor herramienta para conseguir aumentar la renta es la promoción del aceite”
Creo que la mejor herramienta para conseguir aumentar la renta es la promoción del aceite, que provocaría un aumento de consumo, dando origen al aumento de los precios medios del aceite.
Los diferentes modelos de cultivo tendrán niveles de rentabilidad en función de su eficiencia, pero todos serían rentables.
Rafael Alonso Barrau
Director Comercial y de Exportación de Oro del Desierto
“No hay más remedio que intentar derivar los sistemas menos productivos hacia producciones únicas de máxima calidad para comercializarlos de manera diferenciada”
Estos sistemas -intensivo, seto y tradicional- ya coexisten en nuestra comarca desde hace más de 15 años. Todos son menos productivos que en otras zonas debido a la escasez de agua. Es obvio que los sistemas menos productivos tienen una situación de desventaja respecto a los modernos, debido a los altos costes, principalmente de mano de obra, por lo que no hay más remedio que intentar derivar este tipo de olivares hacia producciones únicas de máxima calidad para comercializarlos de manera diferenciada.
Esto lo que llevamos haciendo en Oro del Desierto durante 25 años. Hay que encontrar vías tales como el contenido en polifenoles, la certificación ecológica o el oleoturismo relacionado con estos entornos, poniéndolo en valor. Obviamente, no es un camino fácil, pero aquel que no lo emprenda quizás debe pensar en renovar su plantación, si puede, cuanto antes.
Herminia Millán
Gerente de QvExtra! Internacional
“Disponer de nuevos sistemas de producción más rentables es una gran noticia, pero deben convivir con los tradicionales y beneficiar al sector en vez de perjudicarlo”
Hay que dar valor al producto y autoconvencernos del mismo en toda la cadena, desde el agricultor hasta el consumidor. Disponer de nuevos sistemas de producción más rentables es una gran noticia, pero deben convivir con los tradicionales y beneficiar al sector en vez de perjudicarlo. Producir a 2 euros no debe ser una excusa para vender barato. No tiene sentido.
El consumidor ya ha demostrado que puede consumir en la línea de precios adecuada para todos los cultivos. ¿Por qué trabajar en contra del tradicional? ¿A quién beneficia?
El que piense que beneficia al consumidor está equivocado. Todos nuestros cultivos deben ser sostenibles desde el punto de vista económico, por lo que, si en el futuro un alto porcentaje de ellos no lo es, este producto dejaría de estar disponible y sería un perjuicio para todos.
Manuel Heredia
Propietario de Cortijo de Suerte Alta
“A los productores nos toca poner en valor toda nuestra producción, diferenciándonos y envasando nuestros AOVEs, ya sea por almazaras o cooperativas, en origen”
La reestructuración del olivar viene determinada por un cambio general de todo el campo español. Nuestros mejores secanos que se dedicaban a cereal no pueden competir con los europeos y se están reconvirtiendo a olivares intensivos o en seto -o a otros frutales- más competitivos, aunque eso lleva aparejada una gran inversión inicial. En Cortijo de Suerte Alta lo hemos hecho, tanto plantando olivar en seto de baja densidad en secano ecológico (750 olivos/ha.) o media densidad (1.000 olivos/ha.) en riego ecológico, o con olivar intensivo ecológico de 200 olivos/ha. en tierras menos aptas.
Nuestro olivar tradicional (75 olivos/ha.) en Baena, con diferentes pendientes, es ecológico y está acogido a eco-regímenes para incrementar su rentabilidad mediante esas ayudas.
Deberían contemplarse unas ayudas específicas por pendiente o por fijación de CO2 y población rural. Pero a los productores nos toca poner en valor toda nuestra producción, diferenciándonos y envasando nuestros AOVEs, ya sea por almazaras o cooperativas, en origen.
Eduardo Valverde
Gerente de Conde de Benalúa
"Cada productor tiene que encontrar rentabilidad en función de su tamaño productivo, sus costes y la comercialización"
Buscar rentabilidades parecidas entre procesos productivos de dimensiones y costes diferentes es imposible.
Cada productor tiene que encontrar rentabilidad en función de su tamaño productivo, sus costes y la comercialización.
Será el momento de comprobar si realmente los proyectos de integración dan los frutos esperados o no.
Consoli Molero
Gerente de Colival
“La rentabilidad de todos dependerá de una cadena de valor más equilibrada, que pague mejor en origen y no penalice al que produce con criterios sociales, ambientales y de calidad”
Para que todos los modelos de olivar sean rentables es imprescindible entender que no hay una única solución: cada tipo de olivar aporta valor de una forma distinta.
El olivar tradicional necesita apoyo real, con políticas que reconozcan sus servicios ambientales, incentiven su conservación y permitan diferenciar su aceite con sellos de calidad que el mercado valore.
También es clave facilitar su modernización parcial y el acceso a canales de venta más directos.
Por otro lado, el olivar intensivo y en seto debe seguir apostando por la eficiencia, la tecnología y la gestión precisa de recursos para mantener su competitividad.
La rentabilidad de todos dependerá de una cadena de valor más equilibrada, que pague mejor en origen y no penalice al que produce con criterios sociales, ambientales y de calidad.
Francisco de Mora
Presidente de la Cooperativa Olivarera de Lucena
“La clave es pensar que juntos nos irá mejor, buscar nuevos mercados e invertir en promoción bajo el paraguas de un producto único vinculado a la salud, al bienestar y la gastronomía”
El olivar tradicional debe modernizarse, agrupar la oferta en cooperativas u otros modelos para ganar economías de escala, compartir maquinaria, contar con apoyo técnico para ser más eficiente y apostar por AOVEs de máxima calidad con certificaciones como pueden ser DOPs, ecológico, trazabilidad total y sostenibilidad.
El olivar en seto, que sale primero al mercado, necesita coordinar la oferta para no saturar y sostener precios.
La clave es pensar que juntos nos irá mejor, buscar nuevos mercados e invertir en promoción bajo el paraguas de un producto único vinculado a la salud, al bienestar y la gastronomía.
Miguel Carrasco
Maestro de almazara de As Pontis
“Hay que buscar y dar a conocer la diferenciación que tienen los AOVEs procedentes de olivares tradicionales respecto a los de los olivares superintensivos”
Se trata de buscar y dar a conocer la diferenciación que tienen los AOVEs procedentes de olivares tradicionales respecto a los de los olivares superintensivos. Es el trabajo diario en Almazara As Pontis, donde somos defensores del olivar tradicional de montaña en secano. Nosotros no sólo producimos y vendemos AOVE, sino que ofrecemos la mejor de las grasas vegetales al consumidor y repartimos “salud” con el alimento vertebrador de la Dieta Mediterránea; además de conservar y dar a conocer las variedades autóctonas y minoritarias milenarias.
Difundimos cultura, protegemos con ello el patrimonio vivo oleícola; conservamos el paisaje de forma sostenible, contribuyendo con ello a la protección de su flora y fauna; somos cortafuegos naturales; fijamos población contribuyendo a la economía de casi todas las familias del mundo rural. En definitiva, ofrecemos y vendemos un estilo de vida único, mediterráneo y milenario que sin el olivar tradicional desaparecería, lo que hace a su vez que tengamos el oleoturismo como herramientas de difusión de nuestra cultura.
José Gilabert
Presidente de la SCA San Vicente
“Hay un mercado que cada vez más valora productos diferenciados y ahí es donde entra el olivar tradicional”
Tienen que convivir distintos modelos productivos. Como en todos los sectores, habrá un mercado de volumen/precio en el que los sistemas productivos más eficientes sean los que dominen. Pero también hay un mercado que cada vez más valora productos diferenciados y ahí es donde entra el olivar tradicional, con unas variedades que se distinguen por sus características singulares: calidad, estabilidad, mayor contenido en componentes saludables… y que no se pueden cultivar en seto.
Es necesaria una diferenciación a través de la calidad y de la sostenibilidad, aportando esos otros beneficios desde el punto de vista medioambiental y social para dar mayor valor al producto.
Lo que no se entiende es que el olivar intensivo, cuya producción es minoritaria respecto al tradicional, sea el que esté marcando los precios del mercado. Sólo se explica por la existencia de una estrategia que quiere dejar fuera de juego al olivar tradicional, y que éste se reconvierta o desaparezca. Ahí se esconden muchos intereses económicos que pretenden quedarse con el sector y lo más triste es que se esté contribuyendo, por acción u omisión, desde el propio sector productor.
Antonio López Mediero
Ingeniero agrónomo y Director Técnico de Vianóleo
“Si el precio en España fuese el mismo que en Italia, todas las tipologías de olivar podrían sobrevivir”
En un contexto en el que conviven diferentes tipologías de olivar, y por tanto con diferentes costes, habría que poner en valor el producto, ya que es la mejor grasa vegetal y la más saludable del mundo. Ahí está la clave de la rentabilidad para todos. No podemos banalizar el producto y convertirlo en una commodity. Ése no es el camino.
En primer lugar, hay que realizar una apuesta clara y contundente por la calidad, así como por la difusión de la cultura del AOVE, con una labor ingente de promoción del aceite de oliva virgen extra a nivel mundial que aún en 2025 no se ha llevado a cabo, ni por las instituciones, ni por el sector. El Consejo Oleícola Internacional (COI) ni está, ni se le espera. El Ministerio de Agricultura ni está, ni se le espera. La Interprofesional ni está, ni se la espera. Sin acción y con desunión es imposible.
Poniendo en valor sus múltiples beneficios para la salud, es una vergüenza que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por su siglas en inglés) no permita hacer alegaciones de salud y sí el Departamento de Agricultura de EEUU (USDA, por sus siglas en inglés). Que en EEUU sí se puedan hacer alegaciones de salud y aquí donde lo producimos no, es de auténtica chirigota. Si no nos lo creemos nosotros, ¿cómo se lo vamos a transmitir al mundo?
Europa ningunea a España como primer país productor del mundo. Que en el año 2025 la EFSA pida más estudios -como le ha dicho a QvExtra!- es para que el presidente del Gobierno -y bien digo, no el ministro de Agricultura- llamara inmediatamente y tomara cartas en el asunto.
Si el primer país productor del mundo fuese Francia, hace ya muchos años que la EFSA hubiera reconocido el AOVE como se merece. Y al igual que no se puede plantar una hectárea de viñedo en la UE sin su correspondiente derecho de plantación, tampoco se podría poner libremente una hectárea de olivar en la UE. Pero, claro, Francia sí tiene lobby en la UE y en cuestiones de viñedo, por tanto, manda.
Hay que crear una imagen de Marca España. No puede ser que se conozca más el café de Colombia a nivel mundial que el AOVE de España.
Por tanto, si se realiza esa labor de divulgación de las bondades saludables del AOVE a nivel mundial, representado está tan sólo el 1,5% de las grasas vegetales, hay millones de consumidores esperando conocerlo y pagar por ello.
El mercado lo ha demostrado en estos dos últimos años. Precios que muchos no podrían ni imaginar se han pagado por aquellos que valoran el AOVE. Insisto: por los que lo valoran, ahí lo dejo. Un ejemplo claro ha sido el mercado de EEUU, que ha mantenido sus 400.000 toneladas de importaciones.
Y España tiene que aprender mucho de Italia. La clave no está en producir, está en poner en valor el producto y en saber vender. Hoy vemos como en España los precios se desploman y en Italia no. ¿Qué está haciendo mal España? Si el precio en España fuese el mismo que en Italia, todas las tipologías de olivar podrían sobrevivir, como de hecho así ocurre allí. Ahí lo dejo también.
Por supuesto, las tipologías más eficientes ganarían más dinero, pero no nos olvidemos que esas tipologías llevan inherentes unas inversiones brutales que han de ser recuperadas por el agricultor.
José Felguera Ochoa
Secretario de Asolite-Asociacion del Olivar Tradicional Español
“No se trata de producir más, sino de producir calidad y economía circular”
Nosotros no estamos en contra del progreso, ni del desarrollo, ni del olivar en seto o la alimentación industrial.
Asolite está en contra de arrancar olivar tradicional por motivos de justicia social, por biodiversidad, por economía circular y por la supervivencia de los pueblos que, por su idiosincrasia, no admiten otro cultivo.
Esta forma de cultivo tiene más de 2.000 años con variedades que pierden poca o ninguna cualidad en su aceite, y la mayoría de secano, cuyo aceite es el que más propiedades tiene. Esto es un hecho y está científicamente demostrado.
Pedimos también que nos doten de agua y está demostrado que producimos más aceituna con la misma agua que el seto, por lo que el secano produce más. Pero no se trata de producir más, sino de producir calidad y economía circular.
Además, desde Asolite aconsejamos que se compre aceite en cooperativas y almazaras de olivar tradicional.
Juan Manuel Luque
Director general de Luque Ecológico
“La única manera de que los olivares que no se pueden transformar encuentren su rentabilidad es a través de la diferenciación en calidad, el asociacionismo y la gestión conjunta de parcelas”
La primera respuesta que daría un economista clásico es que no hay forma de que un olivar con los costes de producción del olivar tradicional pueda llegar a convivir con el olivar en seto. El mercado expulsará al no eficiente. De hecho, esto es realmente lo que está pasando. Por lo tanto, el olivar que pueda ser transformado tiene los suficientes incentivos para ello. El problema se encuentra en los olivares que, por sus circunstancias edafoclimáticas o sociales (edad del propietario, si son agricultores profesionales o acceso a financiación), no se pueden transformar en estos olivares más eficientes.
En este último caso, la única manera de que encuentren su rentabilidad es a través de la diferenciación en calidad, el asociacionismo y la gestión conjunta de parcelas con la intención de abaratar sus costes e intentar ser lo más eficientes posible. La inacción por parte de esos propietarios llevará inexorablemente a su desaparición más tarde o temprano. Lo que tengo claro es que no existen “atajos” en el sentido de que ayudas a esos olivares o “impuestos” o prohibiciones a los otros olivares vayan a frenar ese proceso.
Como siempre, deberíamos fijarnos en el vino y ver cómo las viñas en espaldera han expulsado casi totalmente a las viñas tradicionales, quedando estas últimas sólo para vinos altamente diferenciados y de calidad.
Cristóbal Lovera
Ingeniero agrónomo, olivicultor y director de Aceites Fuencubierta
“Gran parte del olivar, tal como lo conocemos hoy, no va a desaparecer y seguirá existiendo durante muchos años, pero fracturado en multitud de formatos”
La estructura actual del sector olivarero en España viene condicionada de manera creciente y desde hace unos años por la aparición de las plantaciones en seto. Aunque se pueden avanzar cifras de su superficie resulta arriesgado hacerlo, ya que su dinámica de crecimiento es de tal intensidad que cualquier dato puede verse superado con facilidad. El espectacular incremento de la demanda de planta nueva con la consiguiente presión sobre la producción viverística, ampliamente desbordada en los últimos años, es el mejor indicador de lo que decimos.
Frente a este nuevo modelo de producción nos encontramos con el olivar tradicional y con el llamado olivar intensivo, fruto este último de los planes de reconversión y reestructuración impulsados por el Ministerio de Agricultura en las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo.
Son dos modelos distintos, muy distintos. La pregunta que nos hacemos todos es: ¿serán capaces de convivir? La respuesta es todo un reto y obliga a matizar sobre qué olivar tradicional y olivar intensivo hablamos.
Así, variables tan fundamentales como superficie, grado de parcelación, variedad y edad de la plantación, pendiente del terreno, posibilidad o no de riego, existencia o no de relevo generacional, etc… son fundamentales para poder emitir una opinión. Cualquier debate que no contemple que estamos hablando no de dos modelos, sino de multitud de situaciones, es un debate estéril y vacío y, en definitiva, equivocado.
Creo que gran parte del olivar, tal y como lo conocemos hoy, no va a desaparecer y seguirá existiendo durante muchos años, pero fracturado en multitud de formatos en los que se hibridará seguro con ideas de otros sectores y acabará formando parte de un microcosmos que será la mejor expresión de la fuerza vital de un sector clave de nuestra economía y de un árbol que es mucho más que un árbol.
Gabriel Alsina
CEO de OliCastelló
“Hay que diferenciar el producto tradicional de siempre mediante calidad y origen”
Para que todos los modelos de olivar sean rentables, es muy importante diferenciar el producto tradicional de siempre mediante calidad y origen, tener un plan específico para trabajar y fomentar la innovación adaptada; así como impulsar canales cortos de comercialización, reducir costes y ganar competitividad.
Andrea Urzaiz
Responsable de Marketing y Calidad de Aceite Artajo
“La rentabilidad no será sólo una cuestión de densidad de plantación, sino de visión, formación, adaptación y cooperación”
Creo que hay que saber reconocer el valor que cada uno puede aportar si se gestiona bien, siempre desde el punto de vista de la calidad y la sostenibilidad del entorno rural. Ambos modelos son expresiones distintas de una misma cultura agrícola, adaptadas a contextos, suelos y climas diferentes.
Es importante conocer que a veces se habla de producciones/hectáreas y costes del seto muy alejados de nuestra realidad.
En Artajo, producimos en espaldera y en ecológico desde el año 1998 y nuestro objetivo siempre ha sido buscar un producto excelente. Para conseguir esa calidad, tenemos claro que hay muchos costes e inversiones que son similares o superiores: poda manual; tecnologías de optimización de riego y de la nutrición vegetal con agricultura de precisión; recolección temprana; prácticas de laboreo acordes con la agricultura regenerativa, cubiertas vegetales y reincorporar los restos de poda; promover la biodiversidad; y trabajar por el conocimiento del consumidor final mediante el oleoturismo.
Todas estas acciones también están enfocadas en buscar un equilibrio en los árboles, producciones sostenidas en años consecutivos y estabilidad.
También son acciones para revalorizar la calidad, no sólo la cantidad. El mercado debería premiar la calidad sensorial, la trazabilidad, la sostenibilidad y el origen. Ahí tenemos un gran desafío y, desde mi punto de vista, la mayor causa de que el mercado sea tan volátil. Un consumidor informado sobre los beneficios y que disfruta de un buen AOVE puede asimilar precios rentables para los agricultores. Lo estamos viendo en los precios en origen de otros países, que no han seguido la dinámica de España.
Colaboración, no confrontación, en la cadena de valor. Cooperativas, almazaras, envasadores y comercializadores deben trabajar juntos para que cada tipo de productor tenga acceso al mercado con condiciones dignas.
Ambos sistemas pueden convivir y ofrecer productos de calidad. Lo importante es que el agricultor tenga opciones y herramientas para ser sostenible y rentable.
En definitiva, la rentabilidad no será sólo una cuestión de densidad de plantación, sino de visión, formación, adaptación y cooperación. La diversidad es riqueza.
Una visión ampliada
Cristóbal GallegoPresidente de Jaencoop
“Es fundamental gestionar de forma ordenada la oferta o disponibilidad de producto en cada campaña”
Se están realizando muchas acciones con el fin de mantener un olivar tradicional de mayores costes de producción frente al nuevo olivar superintensivo que se está implantado en toda la Cuenca Mediterránea y en otras latitudes. Se quiere diferenciarlo por los valores propios del aceite que produce para que sea apreciado por el consumidor, desarrollándose grupos operativos y de investigación para ello. También con modificaciones en las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) y otras actuaciones que buscan diferenciar y poner en valor este tipo de olivar. Pero entiendo que hay que llevar a cabo otras iniciativas de manera urgente.
Cabe recordar, por ejemplo, que en Andalucía más del 60% de olivar se cultiva en secano, con enorme riesgo de abandono en los próximos años por la falta de competitividad. Esto sin duda nos obliga a actuar inmediatamente, ya que representa un olivar que ha fijado y mantiene una amplia población en el mundo rural y da vida a nuestros pueblos.
Los motivos de esta falta de rentabilidad son múltiples. En primer lugar, debemos destacar el cambio climático y su efecto sobre el aumento de temperaturas y la irregularidad de las lluvias, lo que hace mucho más vulnerable al olivar de secano que, año tras año, comprueba cómo merman sus producciones.
A esto se une la continua subida de costes que, de modo irreversible, padece el sector. El incremento del coste de mano de obra, energía, abonos y fitosanitarios, maquinaria, reparaciones e infraestructuras, y las mayores exigencias administrativas para los agricultores, repercuten directamente en la viabilidad de este sector. Hoy no existe olivar de secano cuyos costes de cultivo no superen con creces los 3 euros por kilo de aceite, siendo esta cifra bastante superior en la mayoría de los casos.
A la falta de competitividad afecta muy directamente la gran extensión del olivar en seto. En los últimos años ha aparecido un nuevo sistema de cultivo caracterizado por altísimas producciones, rápida entrada en producción y de bajos costes al tratarse de un cultivo 100% mecanizado. Esto lo convierte en un cultivo muy competitivo, capaz de poner grandes volúmenes de aceite de oliva en el mercado y obtenido a muy bajo coste de producción. La historia nos dice que cuando la mecanización llega a un cultivo, la diferencia de rentabilidad entre el que se mecaniza y el que no hace imposible su coexistencia, imponiéndose siempre el mecanizado. Especialmente cuando, como es el caso, se destinan al mismo fin.
La alta rentabilidad del cultivo en seto está provocando el desplazamiento de este cultivo hacia nuevas zonas regables, en las que hasta ahora no había olivar, pero en las que vemos cómo crece su superficie de modo exponencial. Esto, que no ha hecho más que empezar, hace que el olivar se extienda a gran velocidad hacia zonas regables de Sevilla, Cádiz, Huelva y sobre todo Extremadura, perdiendo peso el olivar de las zonas tradicionales. Esta transformación también ha empezado a producirse en zonas de tradicional, pero de modo mucho más lento y prácticamente siempre ligado a cultivo en riego.
El avance de este sistema de cultivo en seto no sólo ocurre en España, sino que se está produciendo en todas las zonas del mundo en las que el olivar es viable. Tal es el caso de Portugal, Marruecos, Túnez, EEUU, Chile, Argentina, etc., países en los que el cultivo en seto no para de crecer y siempre en regadío, alta producción y bajos costes. Esto hará aumentar de modo significativo la producción de aceite de oliva en el mundo y, además, a coste muy competitivo, acelerando con ello la pérdida de competitividad del olivar de secano, al tiempo que provocará que Andalucía y España pierdan su hegemonía en la producción de aceite de oliva a nivel mundial.
Con todo ello, difícilmente se podrán mantener unos precios que hagan viable el olivar de secano, ni tan siquiera de las plantaciones más modernas, parcialmente mecanizables y situadas en las mejores tierras de secano. Además, no podemos perder de vista que aquellos años en los que los precios son más altos, y podrían por tanto aliviar la situación de este tipo de olivar, son ejercicios en los que la producción es baja y en los que más se reducen las producciones del olivar de secano. En consecuencia, a este olivar nunca le toca un año bueno porque cuando hay mucho y tiene alta producción, los precios son bajos. Y cuando hay poco y los precios suben, son los primeros en mermar sus producciones.
Ante esta situación: ¿cómo habría que actuar? Estamos convencidos de que todas las evidencias expuestas son compartidas por la totalidad de las personas que conocen mínimamente la realidad de este sector. Por ello, lo más urgente y prioritario es reconocer el problema y asumir la inminente responsabilidad de actuar.
En este sentido, hay que hacerlo de manera inmediata llevando a cabo un Plan estratégico para aumentar la superficie regable del olivar. En un escenario que demanda priorizar el agua disponible para riego, habrá que tener en cuenta las características específicas del olivar, al ser el cultivo que menos dotación requiere -1.500 metros cúbicos por hectárea bastan para transformar y hacer eficiente este cultivo-; que más rentabiliza el agua en valor de la producción por metro cúbico aportado; que mayor contribución social aporta por sus requerimientos de mano de obra y ocupación del territorio; y que no corre peligro la supervivencia de la planta en años de escasa pluviometría y en los que no hubiese disponibilidad de agua para riego. Además, es un cultivo con capacidad de rentabilizar las inversiones de riego y, en consecuencia, de pagar el agua consumida.
Por todo ello, las políticas acometidas hasta ahora sobre el uso del agua para riego ya no sirven. Habrá que actuar conforme a la nueva realidad, marcar nuevas prioridades y diseñar nuevas políticas.
Otra cuestión es el mercado, las disponibilidades de producción que nos encontremos en cada campaña, el stock que queda de enlace que puede pesar sobre los precios que se marquen. La consecuencia es que un tipo de olivar puede vender primero a precios más bajos puesto que sus costes de producción se lo permiten y otro olivar se resiste a la venta, ya que tiene que vender a precios superiores para cubrir sus costes de producción y obtener una rentabilidad mínima que permita su subsistencia.
España es el principal país productor de aceite de oliva a nivel mundial, con valores que representan en torno al 40-50% sobre el total. Las amplias diferencias frente al resto de países de la Cuenca Mediterránea con tradición productora como Italia, Grecia, Túnez o Turquía convierten a nuestro país en la principal despensa de aceite de oliva del mundo.
Es importante intensificar esfuerzos como los que está realizando la Interprofesional del Aceite de Oliva Español para aumentar el consumo de aceite de oliva a nivel nacional, europeo e internacional.
Pero, ante la realidad que supone el desequilibrio en la cadena agroalimentaria -unido a la gran variabilidad de las producciones entre campañas en el sector como consecuencia fundamentalmente del fenómeno de la vecería, así como de las cambiantes condiciones climatológicas entre campañas, provocando enormes fluctuaciones de precios que conllevan importantes consecuencias económicas tanto para los productores como para los consumidores- se antoja fundamental gestionar de forma ordenada la oferta o disponibilidad de producto en cada campaña. Desde Cooperativas Agro-alimentarias se realizó un importante esfuerzo durante más de seis años en trabajar con diferentes instituciones comunitarias un mecanismo de mercado que autorizara la Organización Común de Mercado de la Unión Europea, y lo conseguimos.
Dado el caso, resulta imprescindible aplicar las herramientas de adecuación de oferta y demanda establecidas en el artículo 167 bis del Reglamento (UE) 1308/2013 y en el Real Decreto 84/2021 por el que se establecen las normas básicas para su aplicación. Sin esta regulación se ve comprometida la viabilidad de gran parte de las explotaciones dedicadas al cultivo del olivar, especialmente las que se cultivan en secano, que ocupan más del 70% de la superficie del total de plantaciones.
Tal y como se establece en el preámbulo del Real Decreto, para el sector del aceite de oliva es necesario aplicar medidas que permitan regular la oferta en situaciones de claro riesgo de desequilibrio con el fin de mejorar y estabilizar el funcionamiento de los mercados oleícolas y, en particular, la medida de retirada temporal de producto. La activación de la medida tiene que llevarse a cabo en situaciones en las que las disponibilidades de producto en una campaña determinada superen ampliamente las necesidades medias. Por tanto, se tiene que actuar sobre la cantidad sobrante de aceite que no puede absorber el mercado, retirando cada operador de forma obligatoria un porcentaje de su producción en la campaña.
Al realizarse un reparto equitativo del excedente entre todos los operadores que producen aceite de oliva, las tensiones en el mercado serán menores, promoviéndose con ello un mayor equilibrio y una reducción de la volatilidad en los precios.
Actualmente, ya estamos trabajando con el Ministerio en el desarrollo de esta norma.