En declaraciones a Mercacei, Basso Oliveira ha explicado que en 2014 se iniciaron pequeños ensayos clínicos junto a la Facultad de Nutrición de la Universidad de Ijui (Rio Grande do Sul) con la utilización de aceite de oliva en pacientes con dislipidemia, así como en animales en el Laboratorio de Nefrología de la Universidad de San Pablo, donde “pudimos constatar sus efectos beneficiosos”.
A lo largo de 2015, la investigadora comenzó a estructurar en el Hospital de Caridade de Ijui, con la colaboración de la Asociación Rio-Grandense de Olivicultores-ARGOS, el Centro de Estudios sobre los Beneficios del Aceite para la Salud Humana (Cepazo), donde empezaron a estudiar la utilización del aceite de oliva en la alimentación diaria de los habitantes de esta región y observaron su comportamiento lipídico a lo largo de un determinado período. “Es posible que a finales de 2017 tengamos los primeros resultados”, ha avanzado.
Y es que todos estos ensayos tienen como base conocer cuál es el efecto del aceite de oliva virgen extra en la salud de la población. Para ello, según ha precisado esta doctora, seleccionaron voluntarios de distintos grupos de la población, añadieron en su alimentación diaria aceite de oliva y por medio de exámenes en laboratorios observaron la evolución de sus perfiles lipídicos.
En su opinión, el aceite de oliva, aunque sea un alimento conocido en este país, no es un producto que forme parte de la dieta de la población brasileña y, en concreto, de esta provincia, que aunque sean descendientes de europeos o pueblos de la Cuenca Mediterránea tienen hábitos alimentarios completamente diferentes.
Según Basso Oliveira, esta provincia cuenta con una importante producción agrícola y ganadera, y por ello un elevado consumo de carne roja (40 kg. por persona y año), con un exceso de grasas saturadas, a lo que se unen grasas poliinsaturadas como los aceites de soja, girasol, canola o maíz extraídos por procesos químicos y calor.
“Al no tener la posibilidad de cambiar los hábitos alimentarios y de vida de la población por numerosas razones, a medio y corto plazo podemos utilizar el aceite de oliva como un aliado en la protección cardiovascular con mejores controles de la dislipidemia, disminuyendo la inflamación causada por la ingesta excesiva de productos saturados. Estos son los objetivos que nos proponemos en la investigación”, ha remarcado.
Asimismo, esta experta ha avanzado que a medio plazo tienen previsto desarrollar diversos proyectos en el área oncólogica, ya que cuentan con un importante centro de investigación de Brasil en esta materia en el Hospital de Caridade de Ijui.
Basso Oliveira –que en la actualidad está realizando el Programa de Doctorado en Aceite de Oliva y Salud de la Universidad de Jaén (UJA)- ha detallado que el aceite utilizado en los ensayos se produce en Rio Grande do Sul, en la finca “Cerro de Olivais”, que de manera gratuita facilita los AOVEs de las variedades arbequina, picual, arbosana y koroneiki.
Asimismo, la investigadora ha indicado que este centro cuenta con las colaboración de otros centros nacionales y que están en conversación con la UJA para formalizar convenios de colaboración técnico-científica.
A esta investigadora se ha unido un grupo de médicos y nutricionistas con el fin de desarrollar un proyecto basado en descubrir los efectos beneficiosos del aceite de oliva virgen extra para la salud. En concreto, el grupo de investigación está formado por Joise Wotrich (intensivista), Franciele Conte (nutricionista), Luciana Faustine Pereira (pediatra), Fábio Francke (oncólogo), Ana Caetano (cirujana vascular) y la coordinadora Olvania Basso Oliveira (nefróloga).
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