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¿Es caro el aceite de oliva?

¿Es caro el aceite de oliva?

Por Aníbal Jiménez Sánchez, jefe de Servicio en el Mapama y experto en mercados oleícolas

viernes 14 de julio de 2017, 11:14h

Últimamente venimos oyendo con demasiada frecuencia que el aceite de oliva ha subido mucho, y que es caro. La afirmación anterior, ¿está basada en fundamentos reales o ha pasado a formar parte de la tan de moda posverdad? Analicemos por partes: primero veamos si efectivamente el precio del aceite de oliva ha subido en los últimos meses; y, en segundo lugar, si es caro.

Alguna advertencia antes de seguir. En principio relativa al acto de simplificación de englobar bajo el término genérico de aceite de oliva a productos de diferentes categorías comerciales. Siendo conscientes de ello, a los efectos que pretendemos nos vale.

La segunda advertencia tiene que ver con el concepto de caro en sí mismo. Es evidente que conocemos su significado: que tiene un precio alto o más alto de lo normal. Pero esto es muy relativo; nunca he oído decir que un automóvil de los de la marca del “cavallino rampante”, de esos que cuestan cientos de miles de euros, sea caro. O al menos que se cuestione lo que cuesta. Todo el mundo asume que el precio que se tiene que pagar va implícito en el producto. Su calidad, el valor de marca, etc., lo valen. Otra cosa es que pueda comprármelo o no.

Entremos entonces a responder interrogantes. ¿Ha subido el precio del aceite de oliva en los últimos meses?

Sí, pero veamos algunas razones. La actual campaña oleícola 2016/17 ha venido caracterizada por varios elementos que la han condicionado de manera formidable. De un lado, el importante descenso productivo de los principales países productores (entre ellos España), de otro el retraso en la recolección en nuestro país, y por último el mantenimiento del consumo a nivel global.

La producción de nuestro país se ha cerrado con 1.282.000 toneladas, prácticamente igual a la media de las seis campañas anteriores, pero ha retrocedido un 9% respecto a la anterior. En nuestro entorno productivo más próximo se han registrado descensos superiores al 60% en Italia, del 44% en Grecia y del 29% en Túnez. A nivel mundial el descenso ha sido del 20%. El cultivo del olivar está sujeto a factores exógenos (fundamentalmente climatológicos) que le confieren una gran variabilidad, además de la propia y característica vecería del olivo.

Ello ha configurado una campaña en la que los precios en origen, por los elementales principios de oferta y demanda, han ascendido desde su inicio un 24% de media, si bien los precios finales al consumidor han tenido un comportamiento más estable y subido de una forma más moderada, situándose el incremento en el entorno del 10%. Todo según datos oficiales del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama) y del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (Mineco).

Importante el incremento, por supuesto. La campaña 2016/17 está siendo sin duda compleja de gestionar por la industria de envasado, y el reducir la variabilidad de precios que caracteriza a este sector es un asunto sobre el que se está trabajando ya. La volatilidad constituye un elemento indeseable para este mercado.

Vayamos a la segunda cuestión. ¿Es caro el aceite de oliva? Depende, sería una primera e intuitiva respuesta. Hagamos algunas comparaciones que nos pueden servir para ilustrarnos. Tomemos como referencia acciones que realizamos en nuestra vida cotidiana y valoremos su coste.

Soy un ciudadano de esos que el CIS encuadra en el tipo medio, vamos, de lo más normal. Vivo y trabajo en Madrid. En transporte público me gasto 54,60 euros/mes (el abono más barato), lo que supone 1,82 euros/día. El cafelito de media mañana me cuesta 1,40 euros, que se incrementa a 2,40 si tomo una tostadita de pan (en este caso con un buen aceite de oliva virgen extra).

No debería, pero tengo que reconocer que fumo. No lo hago de forma compulsiva pero consumo una cajetilla diaria que me vale 4,60 euros.

Algún día voy a una terracita que hay en mi barrio. La jarra de cerveza de ½ litro no me baja de 3,5 euros. Como tampoco se puede mantener este dispendio, otras veces me refrigero en casa con una botella de cerveza de una marca muy madrileña que adquiero en un hiper al precio de 1,30 euros.

Llenar el depósito de gasolina semanalmente me cuesta 70 euros, lo que supone una media diaria de 10 euros, de los que me corresponden la mitad, 5 euros/día.

Podría seguir poniendo ejemplos hasta el infinito, incluidos los suministros domésticos (agua, gas, luz,…). Por cierto, el gasto medio de agua se sitúa en los 35 euros/mes. Como somos cuatro miembros de familia (sin contar a dos perros), por día y persona resultan 0,30 euros.

Centrémonos ahora en el aceite de oliva. Según el “Informe del consumo de alimentación en España, 2016” publicado por el Mapama, el consumo per cápita de aceite oliva al año es de 8,51 litros. El gasto según precios de las distintas categorías resulta ser de 30,83 euros. Los 700 mililitros que aproximadamente consumo al mes me cuestan 2,56 euros, lo que resulta un gasto de apenas 9 céntimos de euro al día.

Conclusión: el aceite de oliva es lo más barato, curiosamente con el agua. Éste, junto con las grasas, son fundamentales para la función celular, en suma, para la vida.

¿Entonces por qué esa sensación de carestía? Desde mi punto de vista porque al igual que asociamos, incluso sin conocerlo, al Ferrari con valores que nos justifican su precio sin cuestionarnos nada, el desconocimiento que todavía tenemos sobre el aceite de oliva nos hace pensar lo contrario.

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Por Aníbal Jiménez Sánchez

Jefe de Servicio en el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Experto en mercados oleícolas.

Las opiniones aquí vertidas son a título estrictamente personal, sin comprometer la posición de la institución en la que desarrolla su actividad profesional.