Así lo ha explicado la directora del proyecto, Teresa Carrillo, quien ha afirmado que “en las fincas demostrativas de LIFE Resilience, ubicadas en España, Portugal e Italia, se llevan a cabo buenas prácticas sostenibles que fomentan la consecución de los ODS, como es el caso del uso de métodos naturales para el control de insectos vectores, la aplicación de estrategias de riego que reducen el consumo de agua y energía y la implementación de cultivos de cobertura que aumentan la fijación de carbono”.
“Esta iniciativa es un claro ejemplo del valor de las alianzas entre empresas, asociaciones de agricultores, universidades y centros de investigación, lo cual está muy en línea con el ODS 17”, ha añadido Carrillo.
Los ODS son 17 retos impulsados por la ONU con el fin de que los 170 países que la componen y territorios de todo el planeta encaminen sus estrategias empresariales a garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles, erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar que toda la sociedad disfrute de paz y prosperidad. Por ello, "un proyecto como LIFE Resilience no puede quedar fuera de este compromiso planetario y con los trabajos realizado está poniendo su granito de arena para que todo el olivar apueste por sistemas productivos respetuosos con la sociedad, los productores y el medio ambiente", han subrayado sus impulsores.
De forma concreta, este proyecto contribuye a cumplir con un buen número de las metas fijadas por Naciones Unidas para cada uno de sus ODS como, por ejemplo, una producción y consumo sostenible, la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos o la gestión sostenible de los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad, entre otras.
En definitiva, LIFE Resilience está investigando para adaptar los modelos actuales a sistemas producción de alimentos cada vez más sostenibles mediante prácticas agrícolas más resilientes. De esta forma, el proyecto se compromete con el planeta y la sociedad, "demostrando que tiene la capacidad de aplicar mejores prácticas y tecnologías sostenibles para los agricultores, aumentando la biodiversidad y la resistencia a los patógenos de sus cultivos sin un rendimiento comprometido".
Este proyecto pretende ser un modelo replicable de mejores prácticas para el olivo, el almendro y otros cultivos leñosos, como los sistemas de producción de cítricos y vid en Europa, aumentando su capacidad de adaptación al cambio climático y futuras epidemias.