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Objetivo: recuperar biodiversidad en los ecosistemas agrarios

Objetivo: recuperar biodiversidad en los ecosistemas agrarios

lunes 23 de mayo de 2022, 10:56h

Ayer 22 de mayo se celebró el Día Mundial de la Diversidad Biológica. Los proyectos LIFE Olivares Vivos y Riet Vell, dos iniciativas de SEO/BirdLife orientadas hacia la consecución de un modelo de producción y consumo que respete y potencie la vida silvestre, al tiempo que genere riqueza en el mundo rural, son dos claros ejemplos de cómo rescatar biodiversidad y transformarla en rentabilidad para el agricultor.

Nuestro país tiene una gran responsabilidad en la conservación de la vida silvestre por constituir un punto caliente en materia de biodiversidad: alberga un total de 85.000 especies, el 54% de todas las especies de flora y fauna europeas, entre las que se incluyen unas 10.000 plantas, 15.000 hongos, 50.000 invertebrados y cerca de 1.800 vertebrados (622 de aves). Además, se estima que existen unas 500 especies endémicas en las islas Canarias y cerca de 1.700 endemismos en la Península. Por tanto, la conservación del territorio se antoja clave y, si se lleva a cabo una buena gestión del mismo, se dan las circunstancias perfectas para poder cumplir los compromisos de la Estrategia de la UE sobre Biodiversidad para 2030.

Precisamente, uno de los hábitats que más atención requiere por la alarmante pérdida de biodiversidad es el de los campos agrícolas. Las aves son el termómetro de estos ambientes y están en serio declive. Según datos del programa de seguimiento de aves comunes (Sacre) de SEO/BirdLife, las poblaciones de aves agrarias -el grupo de aves terrestres más amenazado de la Península Ibérica- han sufrido un descenso del 27% en menos de tres décadas, que refleja la pérdida de biodiversidad en los ecosistemas agrarios, propiciada por prácticas intensivas como el uso generalizado de biocidas, la desaparición de linderos y barbechos, o la expansión de los monocultivos intensivos, entre otras.

Especies comunes en los campos de cultivo hace 20 años como la alondra, la calandria, la collalba rubia, la codorniz, el sisón común o la perdiz común, entre otras, ostentan ahora declives poblacionales significativos, según se desprende del III Atlas de las Aves en Época de Reproducción en España, de SEO/BirdLife. De hecho, varias de ellas cumplirían ya los criterios para ser catalogadas como amenazadas, según el reciente Libro Rojo de las Aves de España, o han merecido un reconocimiento de su empeoramiento.

La pérdida de biodiversidad en las tierras de cultivo tiene una casuística bien identificada: la progresiva transformación e intensificación de la agricultura, enfocada en la productividad, con uso generalizado de plaguicidas y herbicidas; la expansión de monocultivos y la simplificación del paisaje; la reducción de espacios silvestres y barbechos; la transformación de grandes áreas de secano en regadío, y en particular de herbáceos de secano a leñosos en regadío; y la utilización de semillas con productos altamente tóxicos para algunas especies. Todo ello genera un empeoramiento y reducción de sus hábitats, la disminución de insectos y plantas con semillas como fuente de alimentación, menos lugares donde criar y, en definitiva, menos territorio disponible y de peor calidad. A ello se suma la construcción de infraestructuras industriales, de transporte y, recientemente, proyectos de energías renovables -en especial fotovoltaica- que, en gran medida, ocupan los hábitats de estas especies.

Agricultura + biodiversidad = rentabilidad

SEO/BirdLife siempre ha defendido y demostrado que es posible lograr un modelo productivo que respete y potencie la vida silvestre y que genere riqueza en el mundo rural. Esta ecuación, agricultura más biodiversidad igual a rentabilidad, tiene su último exponente en el proyecto LIFE Olivares Vivos, un excelente ejemplo de cómo las buenas prácticas agroambientales son capaces de recuperar biodiversidad en el olivar y repercutir positivamente en la rentabilidad. El proyecto proporciona un valor añadido a las producciones de AOVE procedentes de las fincas en las que se ha certificado el incremento de flora y fauna a través de un sello que los diferencia. Así, Olivares Vivos es la primera certificación agroalimentaria en Europa con una contribución científicamente demostrada a la recuperación de especies silvestres.

Una biodiversidad recuperada con acciones sencillas y efectivas como son el manejo de las cubiertas vegetales; la plantación de especies arbóreas y arbustivas autóctonas en zonas no productivas, como márgenes de caminos y arroyos; y la instalación de elementos de apoyo a la fauna como cajas nido y posaderos, charcas, bebederos, muros de piedra seca o nidales de insectos. Unas medidas que se van a empezar a poner en práctica en otras comunidades autónomas españolas y en otros países de la Cuenca Mediterránea europea, a través del LIFE Olivares Vivos+, y que, más adelante, también se llevarán a cabo sobre otros cultivos, como el viñedo.

Riet Vell o cómo reconciliar el arrozal con las aves

El arrozal, único cultivo en España vinculado a un ecosistema húmedo, también ha sufrido los estragos del cultivo intensivo y su consecuente merma de biodiversidad asociada. Por ello, hace ya 21 años SEO/BirdLife se adentró en la novedosa experiencia del cultivo del arroz ecológico en la finca Riet Vell, en el Delta del Ebro, humedal Ramsar de Importancia Internacional y espacio de la Red Natura 2000. Este proyecto pionero en España ha permitido la recuperación de la avifauna asociada al arrozal y es uno de los pilares de la Reserva Ornitológica de Riet Vell. Un espacio que se ha convertido en un icono para el turismo ornitológico en la zona donde poder observar colonias de garzas, gaviotas, limícolas y aves como el flamenco o el calamón, realizándose actividades educativas, científicas, divulgativas, de voluntariado y de turismo de naturaleza que dinamizan la economía de la zona.

Según Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife, “tanto Riet Vell como Olivares Vivos representan el modelo a seguir en las políticas y estrategias recogidas en el Pacto Verde Europeo y son un ejemplo de cómo traer la naturaleza de vuelta a las tierras agrícolas, uno de los principales objetivos de la Estrategia de Biodiversidad para 2030. Asimismo, integran la filosofía de la estrategia De la Granja a la Mesa que conecta productores y consumidores; la de adaptación al cambio climático; la iniciativa de la UE sobre los polinizadores y los objetivos de reducción de agroquímicos; y han sido excelentes campos de pruebas para inspirar el camino que debemos seguir para crear un nuevo paradigma de producción y consumo que recupera biodiversidad, produce alimentos sanos, es rentable para el agricultor y beneficioso para la sociedad”.