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Infaoliva, binomio olivar y sostenibilidad

Infaoliva, binomio olivar y sostenibilidad

Jesús Santolaya Heredero
Presidente de la Federación Nacional de Industriales Fabricantes de Aceite de Oliva (Infaoliva)

Si existe un concepto que cada vez está siendo de más actualidad y es transversal para cualquier sector, es el de sostenibilidad. Un término que además de ser clave para nuestro planeta y para generaciones futuras, contribuye de forma esencial a un cultivo que en nuestro país es de gran importancia porque afecta a uno de los productos estrella de nuestro territorio, el aceite de oliva.

Son dos los puntos clave que desde Infaoliva se han solicitado e incentivado a sus almazaras asociadas. Por una parte, las prácticas agrícolas que en el cultivo de olivar se consideran que son más sostenibles y más cuidadosas con el medio ambiente. Por otra, la parte productiva que se lleva a cabo en cada una de las almazaras, un proceso de elaboración que también ha ido evolucionando siendo más sostenible con los recursos de nuestro planeta.

Si nos centramos en la parte del cultivo, son cada vez más las almazaras que junto con sus cosecheros manejan y trabajan el suelo de sus fincas con mimo, lo que además de ofrecer grandes beneficios para su propio cultivo, repercute de forma directa sobre la sostenibilidad de nuestros campos. Entre estas prácticas encontramos la optimización de los recursos hídricos; el manejo de las cubiertas vegetales, evitando la nefasta erosión que se está produciendo en nuestros terrenos; el uso de prácticas de laboreo menos agresivas; así como la reincorporación de los restos de poda al suelo o la inclusión de animales en las fincas para el manejo de los rebrotes y malas hierbas.

Si saltamos al siguiente eslabón y nos centramos en el propio proceso de elaboración de aceite de oliva, podemos ya observar desde finales de la década de los 90, cómo se produjo un importante avance en cuanto a la optimización del agua como recurso empleado en la elaboración del aceite, cuando se pasó del proceso de tres fases al de dos, puesto que la diferencia principal entre ambos procesos es el gasto de agua adicionada a la pasta de aceituna antes de entrar en el decánter. Con la entrada del procesado en dos fases, se redujo drásticamente la adición de este agua y, consecuentemente, el volumen de aguas residuales generadas en el proceso. Destacable ha sido, asimismo, la reducción en el consumo energético con la instalación de placas fotovoltaicas, el uso del hueso de aceituna como combustible para las calderas, o el control y seguimiento de la emisión de humos, entre otros.

El Día Mundial del Olivo fue proclamado por la Unesco en 2019 y se celebra cada 26 de noviembre. En homenaje a este día, Infaoliva quiere subrayar la gran labor que realizan los cosecheros y las almazaras industriales en favor de la sostenibilidad tanto del cultivo de forma directa, como al resto del planeta de manera indirecta.

Pero no solo las prácticas actuales, tanto agrícolas como industriales favorecen el cuidado de nuestro medio ambiente, sino que el propio paisaje del olivar, su mar de olivos -debido a su gran extensión- contribuye a la fijación de gran parte del CO2, frenando el calentamiento global al absorber una gran cantidad de gases de efecto invernadero, luchando así contra el cambio climático, al tiempo que favorece la consolidación de la flora y la fauna por tratarse de un ecosistema muy rico y diverso.

Por tanto, hoy es un día para destacar al olivar como uno de los más sostenibles del mundo, pero no solo en el aspecto ambiental, también en el social, en el económico y en el de calidad.