www.mercacei.com
Un día mundial para un cultivo universal

Un día mundial para un cultivo universal

Luis Planas Puchades
Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación de España

La celebración del Día Mundial del Olivo nos da la ocasión para reivindicar su gran importancia en el ámbito de la agricultura, la economía, la gastronomía y la cultura, sobre todo en países mediterráneos como España.

En efecto, son muchas las dimensiones y facetas de este cultivo a lo largo de la historia, pero, en esta ocasión, es un imperativo ético evocar su significado como símbolo de paz y de valores universales que unen a los seres humanos y las culturas.

El conflicto bélico que ha desencadenado Putin en Ucrania y la utilización de los alimentos como arma de guerra nos obligan a recordar que la concordia que representa la rama de olivo es la auténtica fuente de seguridad alimentaria y prosperidad para todos los seres humanos.

Además de la coyuntura bélica, también afrontamos desafíos cruciales para la Humanidad tanto en materia de alimentación como de cambio climático. La ecuación que se nos plantea es la producción de más alimentos utilizando menos recursos. Y gran parte de la solución se encuentra en cultivos como el olivar, ya que producen alimentos sanos y nutritivos a la vez que contribuyen a una actividad agraria con alto grado de sostenibilidad.

De hecho, el olivar es un cultivo leñoso permanente con un gran valor medioambiental. Constituye un bosque cultivado que actúa como importante sumidero de CO2, contribuye al mantenimiento de la biodiversidad y previene la erosión de los suelos. La producción de un litro de aceite tiene la capacidad de absorber 10 kilogramos de CO2 gracias al efecto sumidero del olivar.

En este sentido, la nueva arquitectura ambiental del Plan Estratégico para la aplicación de la Política Agraria Común (PAC) en España nos va a permitir fomentar este cultivo que goza de muchas de las características más respaldadas por el nuevo planteamiento comunitario para las ayudas a agricultores y ganaderos. Se trata de valiosas aportaciones a la lucha contra el cambio climático, pero también de su potencial en la economía circular, puesto que permite la minimización de los residuos y un máximo aprovechamiento de subproductos, incluida la producción de energía eléctrica que disminuye nuestra dependencia energética. Asimismo, existe un gran nicho de posibilidades en torno a la energía a partir de la biomasa de los residuos de poda. Todo ese conjunto de características valiosas para dar respuesta a los retos actuales hace que el olivar sea un cultivo estratégico que debemos potenciar.

Por último, pero no menos importante, también es necesario mencionar los aspectos sociales tanto por su importancia económica en el sistema agroalimentario español, donde supone una parte muy importante, el 6,5% de nuestra producción final agraria; como por su arraigo en la tradición, en la cultura, en el patrimonio y en el paisaje de 15 de las 17 Comunidades Autónomas que conforman nuestro país.

Tenemos la fortuna de disfrutar de este patrimonio inigualable, pero también la responsabilidad de protegerlo y preservarlo para que siga formando parte de nuestra historia, para que continúe siendo uno de los ingredientes protagonistas de la Dieta Mediterránea y para que siga configurando el paisaje de gran parte del territorio de España.