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El sector oleícola y su significativa contribución ante la crisis climática

El sector oleícola y su significativa contribución ante la crisis climática

Tassos C. Kyriakides
Profesor Asistente en Yale School of Public Health y director del Programa de Estudios Cooperativos del Centro de Coordinación de Ensayos Clínicos de West Haven

El impacto positivo del olivo en la salud del planeta se ha demostrado a través de numerosos proyectos. Sin embargo, para comprender la dimensión multifactorial de este impacto debemos considerar cuestiones más allá de la absorción de dióxido de carbono, tratándose de datos cada vez más fundamentados, como evidencia el reciente estudio del Consejo Oleícola Internacional (COI) que demostró que la producción de un litro de aceite de oliva captura 10,64 kg. de carbono atmosférico (https://www.internationaloliveoil.org/1074-world-olive-oil-production-could-absorb-the-co2-emissions-of-a-city-the-size-of-hong-kong).

En el 4º Simposio Internacional de Yale sobre Aceite de Oliva y Salud, celebrado en Roma a mediados de septiembre de 2022, se dedicaron un par de sesiones a diferentes conceptos que contribuyen a aclarar y ampliar el impacto del olivo en el cambio climático*.

A medida que aumenta la demanda de aceite de oliva, la expansión de la olivicultura debería mantener unos costes de producción bajos sin menoscabar la calidad, aumentando el valor del producto y reduciendo el impacto en el planeta. Los olivares intensivos y superintensivos ofrecen mayores niveles de producción, pero se deben considerar ciertos parámetros: (a) exposición al sol de las diferentes partes de los árboles; (b) el estado hídrico del árbol y la disponibilidad de agua en el suelo, que a su vez se ven afectados por la distancia de plantación, la textura y profundidad del suelo, la precipitación y la evapotranspiración. Por ello, se deben considerar técnicas como el riego deficitario regulado (RDI) y la fertirrigación, ya que la disponibilidad y el uso del agua pueden influir tanto en el rendimiento como en la calidad, así como a la composición de polifenoles y ácidos grasos, directamente relacionados con los atributos saludables del aceite de oliva. El desafío final es garantizar y mantener prácticas sostenibles respetuosas con el planeta produciendo mejor y con más conocimiento.

Los olivares marginales pueden mantenerse competitivos monetizando su ecosistema y recompensando los métodos de producción de bajo impacto que apuntan a su preservación y mejora. Las técnicas para aumentar la cantidad de carbono que se devuelve al suelo -a través de la poda, la cubierta vegetal, el uso de fertilizantes orgánicos o los subproductos para mejorar el suelo- deben convertirse en una práctica estándar. Los métodos para reducir las emisiones de carbono -mediante un menor consumo de energía para la gestión del suelo y los subproductos, sin quema de poda, uso reducido de pesticidas y fertilizantes químicos o reutilización de subproductos para la producción de energía- también deberían ser una práctica estándar. Sin olvidar otros aspectos, casi nunca avalados, como el paisaje, el patrimonio cultural y la conservación de la biodiversidad y del suelo. Un análisis del campo a la mesa en el sector del aceite de oliva debe considerar todas las etapas de la cadena de suministro: producción, transformación, envasado y almacenamiento. Dicho análisis muestra que el aumento de los ingresos puede contribuir a la preservación de los olivares marginales y sus servicios ecosistémicos asociados.

Valorización de residuos, bioeconomía y economía circular

La gestión de los residuos (orujo, aguas residuales) generados por la producción de aceite de oliva es costosa y puede tener un impacto ambiental. Dichos residuos requieren un almacenamiento costoso en la planta y su retorno a los campos no es técnica ni operativamente fácil. Es por ello que deben desarrollarse e implementarse nuevas técnicas de molienda que reduzcan el consumo de agua y electricidad. Al mismo tiempo, deben concebirse medios para aumentar el valor de los residuos. En un estudio de caso de Bari (Italia), se demostró que la gestión de residuos en una almazara que procesa 50 toneladas de aceituna al día produce 10.800 Kwh/día de energía eléctrica -suficiente para abastecer a 1.400 hogares- y 3000 m3/día de biometano -suficiente para calentar 800 viviendas-. Tales modelos de valorización de residuos pueden representar un atributo enormemente positivo de la producción de aceite de oliva. Se debe utilizar tecnología en constante evolución para optimizar tanto la producción de aceite de oliva como la aceptación del producto en la cadena de valor.

El sector olivarero ofrece grandes oportunidades para la bioeconomía y la economía circular. Además, posee el potencial necesario para alcanzar Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como los relativos a energía asequible/limpia, consumo y producción responsables e innovación e infraestructura de la industria; además de contribuir a la salud y el bienestar humanos.

La economía circular puede valorizar la cadena de valor aumentando así la capacidad de respuesta a los mayores costes de producción. A tal efecto, la concepción del ciclo de vida y los principios de uso en cascada de los residuos se pueden utilizar para obtener un alto valor y un uso eficiente de los recursos. Un bioproceso integrado puede convertir los biorresiduos del olivar en subproductos de alto valor: (a) bioingredientes multifuncionales para los sectores de piensos, alimentario, nutracéutico y farmacéutico; (b) materiales de base biológica con propiedades técnicas; (c) nutrientes recuperados para su aplicación al suelo. En combinación con los subproductos energéticos, el flujo másico de residuos sólidos de la producción de aceitunas/aceite de oliva tiene un alto potencial para la transición a una bioeconomía circular.

Por todo ello, el sector oleícola puede aportar una contribución significativa a la hora de abordar la crisis climática, al mismo tiempo que mantiene la producción y la calidad de los productos que han demostrado tener un impacto positivo en la salud humana.

* Nota: información presentada en el 4º Simposio Internacional de Yale sobre Aceite de Oliva y Salud por parte de los siguientes investigadores: Prof. Riccardo Gucci (Universidad de Pisa), presidente de la Academia Italiana del Olivo y del Aceite de Oliva; Prof. Alessandro Leone (Universidad de Bari); Dr. Joao Nunes, Asociación BLC-Campus de Tecnología e Innovación (Oliveira do Hospital, Portugal); Dra. Rocío Díaz-Chávez, Centro de Política Ambiental (Imperial College London, Reino Unido); y Dr. Luca Regni (Universidad de Perugia).