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Horizonte 2050: olivares que recolectan datos y producen los mejores AOVEs (o cómo la transformación digital del sector del olivar lo llevará a ser más sostenible y rentable)

Horizonte 2050: olivares que recolectan datos y producen los mejores AOVEs (o cómo la transformación digital del sector del olivar lo llevará a ser más sostenible y rentable)

Por Adolfo Peña Acevedo
Profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes (ETISAM) y Director del Máster en Transformación Digital del Sector Agroalimentario y Forestal (DigitalAgri) de la Universidad de Córdoba (UCO)

El futuro ya está aquí y, sin embargo, está todo por hacer. Apenas empezamos a familiarizarnos con términos hasta hace pocos años desconocidos no sólo para olivareros, sino para el público en general: sensors, Internet of Things, data space, satellite image, UAV, Big Data, cloud computing, Artificial Intelligence, machine learning, dashboard, DSS, digital twin, 5G, quantum computing, autonomous vehicle, blockchain, e-commerce… Parece futurista, ¿verdad? Pues sepan que lo tenemos todo al alcance de la mano y que, usted que lee estas líneas, conoce o hace uso permanentemente de muchas de esas herramientas y tecnologías digitales, aunque no lo sepa. El sector agroalimentario en general, y el olivarero en particular, también.

Hoy podemos conocer en tiempo real mediante sensores (sensors) que miden el estado del suelo, el agua, el aire, el olivo o los equipos en la almazara si existe un exceso de riego, un déficit de nutrientes, una situación de estrés hídrico, una maduración retrasada de la aceituna o una temperatura inadecuada en el batido de la masa para extraer el mejor aceite de oliva. Y toda esa información, transmitida en tiempo real por el espacio a través de protocolos de comunicación comerciales o libres entre múltiples equipos (Internet of Things) traducida en ceros y unos, junto con la que proviene de grandes fuentes de datos abiertos (data space), como las imágenes de satélite (satellite image) o de drones (UAV, Unmanned Aerial Vehicle) cada vez más precisas, económicas y frecuentes, conforman grandes conjuntos de dígitos mezclados con otra información no estructurada o menos accesible para reunir ingentes volúmenes de información (Big Data) que pueden procesarse en nubes (cloud computing) con una capacidad de cálculo decenas de veces superior a la de nuestros ordenadores personales.

Gracias a la inteligencia humana, la Inteligencia Artificial (Artificial Intelligence) utiliza algoritmos y modelos matemáticos cada vez más orientados al análisis de factores con altísima variabilidad espacial y temporal como los que regulan la agricultura para procesar esas grandes cantidades de datos y tomar decisiones basadas en patrones y reglas establecidas a través del aprendizaje automático (machine learning), con capacidad para aprender de forma autónoma a partir de datos, sin ser programada específicamente para hacerlo. Hoy en día, gracias a visores (dashboard) que muestran en nuestros ordenadores o dispositivos móviles los datos procesados tras el largo camino descrito anteriormente mediante mapas, indicadores y métricas clave de nuestro árbol, finca, almazara, aceite o empresa, los agentes del sector olivarero pueden hacer un seguimiento del estado de cualquier eslabón del proceso productivo, desde la finca hasta la mesa del consumidor, y apoyarse en información objetiva de alto valor para tomar mejores decisiones (DSS, Decision Support System). Bienvenidos a la Agricultura 4.0.

Y entonces, ¿ahora qué? ¿qué nos espera en 2050? Ya disponemos de valiosísima información que el suelo, el olivo, la aceituna, el agua, los equipos, el aceite, el mercado o el consumidor nos han contado gracias al análisis inteligente de millones de datos convenientemente capturados y tratados. Y los que intervenimos en todo este maravilloso proceso de producir aceite de oliva nos apoyamos en esa información para tomar decisiones, para actuar en nuestra pequeña parcela dentro de todo este complejo proceso: investigando, produciendo planta, plantando, regando, tratando plagas o enfermedades, cosechando, molturando, transportando, vendiendo o comprando. Consumiendo.

Sin embargo, el camino hacia la completa virtualización y automatización de toda la cadena de producción, gracias a la cadena de datos, está en marcha. Y 2050 no parece una fecha tan alejada para ver cómo una reproducción exacta de nuestro olivar, nuestra almazara o de los mercados aparece en las pantallas de nuestros dispositivos como un gemelo digital (digital twin) que informa, procesa y corrige en tiempo real -y a una velocidad de vértigo (quantum computing)- la información de miles de sensores mucho más baratos y accesibles gracias a transmisiones hiper-rápidas (5G, ¿6G?) en un planeta rodeado de miles de flotas de satélites y drones que conectan todo con todo, y que devuelven a los sistemas físicos de nuestras fincas o industrias las órdenes basadas en datos para que, mediante actuadores en almazaras, sistemas de riego y marañas de robots y vehículos sin conductor que se posicionan con precisión (autonomous vehicle) apliquen diferenciadamente, metro a metro, agua, tratamientos, podas y recolecten, transporten o molturen los frutos en perfecto estado de maduración, en aras de obtener aceites de alta calidad que puede ser trazada, certificada y garantizada incorruptiblemente (blockchain).

El mercado global, con los indicadores precisos sobre los hábitos de consumo, la predicción de cosecha, las reservas de campañas anteriores, la evolución de los mercados de futuro o la situación de otras grasas que compiten con el AOVE, permitirán un comercio electrónico (e-commerce) cada vez más autónomo, fluctuando casi al minuto como hoy lo hacen las Bolsas. Compra, vende, click.

La Agricultura 5.0 se abre camino a pasos agigantados. La integración de los eslabones de la cadena de producción entre sí y con la cadena de datos; la interoperabilidad y la disponibilidad masiva de datos abiertos; la superación de barreras que impiden adoptar y adaptarse a la tecnología; el abaratamiento de sensores, máquinas y servicios tecnológicos y la definición de límites éticos que garanticen la privacidad y seguridad de los datos personales más sensibles son las piedras en este camino hacia 2050 que deben superarse para que el olivar del futuro sea rentable y sostenible, sea de las personas y para las personas, y permita que cada vez más seres humanos disfruten en un mundo cada vez más artificial del preciado oro líquido.