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La gestión de los subproductos del olivar y sus industrias en el futuro: generación de biomateriales, bioproductos y bioenergía bajo modelos de “bioeconomía circular”

La gestión de los subproductos del olivar y sus industrias en el futuro: generación de biomateriales, bioproductos y bioenergía bajo modelos de “bioeconomía circular”

Por José Antonio La Cal
Dr. Ingeniero industrial, profesor de la Universidad de Jaén y socio de BIOLIZA

En 2050 las almazaras serán auténticas bioindustrias o biofábricas, estarán operativas todo el año y, además de aceite de oliva de excelente calidad, generarán una serie de bioproductos, biomateriales y bioenergía tales como gases renovables (biogás, biometano, syngas y biohidrógeno), bioproductos como el biochar o bioaceites combustibles, combustibles avanzados para aviación (SAF) y biofertilizantes para satisfacer su propia demanda energética, tanto térmica como eléctrica.

Todos estos nuevos productos de enorme valor añadido utilizarán como materia prima los principales subproductos generados por el olivar y sus industrias: hueso y alperujo en las almazaras, restos de poda en campo y orujillo en aquellas orujeras reconvertidas a biofactorías, las cuales habrán ampliado su función tradicional y serán auténticas bioindustrias, estando vinculadas a las almazaras a través de asociaciones estratégicas, compartiendo recursos e infraestructuras.

Estas nuevas bioindustrias, que operarán bajo modelos de bioeconomía circular, generarán productos tales como los que se muestran en el siguiente esquema a partir de las diferentes tipologías de subproductos; y en función de la normativa vigente en cada momento y de las expectativas del mercado, con un enorme peso de las cuestiones relacionadas con la sostenibilidad, no sólo ambiental, sino global, es decir, también social y de gobernanza.

Figura 1. Materias primas y productos obtenidos por las almazaras del futuro (Fuente: BIOLIZA).

Ello supone para estas nuevas bioindustrias la irrupción en mercados absolutamente diferentes a los tradicionales, como el de la movilidad, el de los biocombustibles o el energético, entre otros; si bien seguirán estando vinculadas a los convencionales, como es el caso de los biofertilizantes.

Estas nuevas actividades basadas en el conocimiento obligarán a las industrias a disponer de Departamentos de I+D+i, a tener contratos de investigación y cooperación con universidades y centros de investigación y, en definitiva, a convertirse en sectores industriales pujantes y competitivos, operando todo el año -no solamente durante la campaña- y creando nuevos perfiles profesionales más vinculados a las tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial, el Big Data o el blockchain, absolutamente implantadas en la sociedad del año 2050.

Estas bioindustrias contarán también con “hidrolineras” para los vehículos alimentados con hidrógeno de los propios socios, así como de la maquinaria agrícola. Por supuesto, todos los procesos estarán automatizados y se gestionarán a partir de dispositivos móviles de última generación, desde la recolección de la aceituna hasta la comercialización de todos los productos generados por estas nuevas industrias.

Por otro lado, la energía demandada por estas industrias será generada por ellas mismas, utilizando para ello energías renovables, tanto solar como biomasa procedente de sus subproductos; incluso algunas serán exportadoras netas de energía, lo que se convertirá en otro output para este tipo de empresas a través de las llamadas “comunidades energéticas”. En 2050 se habrá alcanzado el objetivo de neutralidad climática a nivel global, al menos en la UE, es decir, el CO2 emitido será compensado con actuaciones basadas en proyectos de energías renovables, eficiencia energética, movilidad sostenible y tecnologías de captura de CO2, entre otras.

La industria oleícola en su conjunto no va a ser una excepción, dado el elevado potencial de biomasa que genera y su enorme presencia en el tejido productivo de numerosas regiones de España, convirtiéndose en proveedora de numerosos sectores estratégicos para el país; y, por supuesto, sin dejar de producir aceite de oliva, cuyo valor en el mercado será enorme por sus excelentes propiedades culinarias y para la salud.