Los rumanos consumen mucho más aceite de girasol, procedente de su país, que aceite de oliva de importación. No obstante, el creciente interés por la salud y la nutrición equilibrada está afectando a muchas categorías de productos, entre las que se encuentran los aceites comestibles.
Sin embargo, de todos los aceites vegetales y a base de semillas, el aceite de colza es la categoría de más rápido crecimiento en el país. Otros aceites vegetales y de semillas, como los de uva, calabaza, cáñamo o nuez también están ganando espacio en las cadenas minoristas.
En 2021, Rumanía importó aceite por valor de 19,92 millones de euros, un 16,3% más que el año anterior. En el periodo 2019-2021 el mercado creció un 32%, registrando una tendencia positiva en el último trienio. El año 2022 ha estado marcado por la inflación y la guerra de Ucrania -mayor exportador de aceite de girasol del mundo-, que ha provocado un efecto en cadena. El precio más alto del aceite de oliva en comparación con el aceite de girasol también posee un efecto negativo sobre su consumo.
Italia, España y Grecia, los tres principales países exportadores, acumularon una cuota de mercado del 77,31% en 2021. Para el mismo periodo, los seis principales suministradores (Italia, España, Grecia, Alemania, Bulgaria y Francia) aglutinaron más del 95%. Nos encontramos, por tanto, ante un mercado extremadamente concentrado, ya que los cinco principales proveedores acaparaban más del 90% del total de exportaciones de aceite de oliva en 2021 y el país en primera posición (Italia), el 40%.
Rumanía importó 4,25 millones de euros de España en 2021. Nuestro país ocupó la segunda posición en 2021, aportando un 21,36% del total de esta partida. Sin embargo, en el periodo 2019-2021, España ha sido el único país cuyas exportaciones han descendido consecutivamente dos años seguidos, con una disminución del 4,26% en 2020 y del 4,73% en 2021. Ello se debió a las subidas de precios en el mercado español y a bloqueos en la cadena logística por culpa de la pandemia, seguidos de un aumento muy significativo del coste del transporte por la subida de precios de los hidrocarburos. Al ser el país más alejado de Rumanía, España ha sufrido más estos costes que sus competidores directos. Pese a ser el mayor productor mundial de aceite de oliva, España no goza de una posición de marca en el mercado y la mayoría del aceite que exporta es a través de marca blanca de cadenas de supermercados.
Oportunidades
Debido al creciente interés por un estilo de vida saludable, cada vez más importadores rumanos han comenzado a comercializar otros tipos de aceite al margen del de girasol, como el de oliva o el de trufa. En este sentido, las cadenas de minoristas de comestibles modernos lideran las ventas de aceites comestibles en Rumanía, mientras que los productos más novedosos, con ingredientes más exclusivos y de gama elevada, suelen adquirirse en las tiendas gourmet especializadas.
No obstante, las marcas de aceite más consumidas por los rumanos en el mercado de gran consumo son las marcas privadas de las grandes superficies como Carrefour, Mega Image o Kaufland. Marcas propias como Canah y Elixir llegaron a crecer hasta un 36% en 2019 respecto al año anterior, pero fue la marca privada Lidl la que ocupó la primera posición en aceites comestibles en 2021. Además, la creciente apertura de supermercados en los últimos años ha fortalecido la posición de las marcas de distribuidor en el mercado rumano. Así, los hipermercados concentran la mayor parte del valor de las ventas, seguidos de los super y minimercados y las tiendas de descuento (Euromonitor, 2022).
Casi la totalidad de adquisiciones de aceite de oliva provienen de países de la UE y han registrado una tendencia creciente durante los últimos años, manteniéndose los países mediterráneos como principales exportadores de este producto. Si bien se puede observar un aumento significativo de las importaciones de aceite de oliva de Rumanía en 2021, lo cierto es que, tras la relajación de las medidas derivadas del COVID-19, el hecho de haber podido pasar más tiempo fuera del hogar y, en consecuencia, haber cocinado menos, ha provocado una menor demanda de aceites comestibles con respecto a 2020.
