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La innovación sostenible en olivicultura

La innovación sostenible en olivicultura

Salvatore Camposeo
Profesor asociado de Arboricultura general y Cultivos arbóreos en la Universitá degli Studi di Bari Aldo Moro

La escasez de agua de riego ya es uno de los principales problemas relativos al cambio climático, al igual que el incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Hacer frente a todos estos problemas solo es posible con la innovación sostenible.

La investigación internacional está demostrando que la intensificación del cultivo del olivo resulta sostenible al reducir el tamaño de los árboles, ya que esto desencadena una serie de beneficiosos mecanismos que aumentan la eficiencia de los medios técnicos y de los recursos naturales no renovables, como la luz, el suelo y el agua. La sostenibilidad de la olivicultura superintensiva, por ejemplo, medida en función de su huella de carbono e hídrica, presenta una mejora del 20 y el 48% respecto a los cultivos de olivo tradicionales.

Ahora bien, para esta innovación es indispensable la disponibilidad de variedades de vigor controlado, puesto que para que el sistema de cultivo sea sostenible se requiere la variedad adecuada a dicho sistema. La Universidad de Bari, junto con el grupo Agromillora, se ha embarcado en la senda de la mejora genética, hasta el momento apenas explorada para el olivo -en contraste con otros árboles frutales- a pesar de la importancia económica, cultural y medioambiental que esta especie tiene en el mundo. La primera selección de vigor medio-bajo patentada fue Lecciana®, a la que siguieron Coriana® y Elviana®, esta última también de mesa.

Racionalizar la gestión del olivar conforme a los criterios de la producción integrada hace sostenible la olivicultura moderna desde todos los puntos de vista. Por ejemplo, el empleo de fuentes de agua de riego no convencionales permite evitar las masas de agua contaminantes y reduce el consumo de agua dulce, cada vez más escasa. Si se reciclase todo el agua residual urbana para el cultivo del olivo, la superficie irrigada podría aumentarse en un 20%. El proyecto europeo Desert, coordinado por la Universidad de Bari, ha demostrado además el valor nutricional de estas masas de agua no convencionales, que comportan una reducción significativa de los fertilizantes químicos sintéticos. En definitiva, la aplicación de técnicas agrícolas de precisión o digitales permite reducir aún más la cantidad de medios técnicos y recursos naturales, al tiempo que aumenta la eficacia y la eficiencia, y reduce los residuos y la contaminación.

La senda indicada sólo es viable si el olivicultor profesional gestiona el olivar siguiendo los criterios básicos de la fruticultura, considerando el olivo una especie de árbol frutal, similar al resto. Para alcanzar estos resultados económicos y ecológicos son necesarios tres requisitos: mentalidad empresarial, mentalidad frutícola y, no menos importante, asistencia técnica especializada.

Entonces, ¿cuáles son los nuevos objetivos que deben ser perseguidos? Indudablemente, continuar la investigación y la experimentación. El olivo también debe beneficiarse de los conocimientos del siglo XXI y la innovación debe realizarse manteniendo los estándares de calidad, incluida la ambiental. La olivicultura debe volver a ser una actividad económica que produzca ingresos, riqueza y empleo en todas partes; una actividad económica que vuelva a proteger la tierra del abandono y la inestabilidad hidrogeológica; una actividad económica que siga modelando un paisaje tan cambiante, al igual que el clima; una actividad económica que no contamine ni desperdicie los recursos naturales no renovables, como el suelo y el agua; y una actividad económica que produzca alimentos seguros y con un alto valor para la salud.