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Así ayuda la alimentación a prevenir posibles enfermedades

Así ayuda la alimentación a prevenir posibles enfermedades

miércoles 17 de mayo de 2023, 13:25h

En el libro "Inmunonutrición", las científicas del CSIC Ascensión Marcos, Esther Nova, Sonia Gómez-Martínez y Ligia Esperanza Díaz explican las claves de este campo de investigación que busca estudiar y adaptar el consumo de los alimentos y el estilo de vida para mantener las defensas de nuestro organismo y prevenir así posibles enfermedades.

La relación entre nutrición e infección, la importancia de la microbiota intestinal para la defensa del organismo o la incidencia del estrés y el ejercicio físico en la salud son algunos de los temas abordados en el texto. "Hoy se sabe que nuestra dieta puede ayudar a prevenir tanto patologías infecciosas como otras en las que subyacen procesos inflamatorios, como la obesidad, la diabetes tipo 2 o las enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas o autoinmunes", apuntan.

Las científicas del Grupo de Inmunonutrición, que desarrolla su trabajo en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN), destacan que una nutrición adecuada es la clave para una respuesta inmunológica óptima, es decir, capaz de luchar contra cualquier agente extraño que suponga una agresión al organismo sin resultar dañina para nuestros propios tejidos y células. "Esto es así porque las células del sistema inmunológico tienen unos requerimientos de nutrientes para poder desarrollar sus funciones. Por ejemplo, una ingesta proteica suficiente es crucial para una producción óptima de anticuerpos", aclaran.

Uno de los principales objetos de estudio en inmunonutrición es la microbiota intestinal: billones de bacterias que, en conjunto, no pesan más de 200 gramos pero realizan funciones muy provechosas, como si se tratase de un nuevo órgano. Entre otras funciones, interviene en la absorción de vitaminas, el aprovechamiento energético de los compuestos de los alimentos o la protección frente a organismos patógenos, ya que impide que estos se adhieran a las mucosas y modulan los mecanismos de defensa inmunológica.

Esta microbiota evoluciona a lo largo del ciclo vital, de forma que cambia tanto el número de especies que la conforman como su abundancia. Así, la diversidad microbiana de los bebés es más baja que la de los adultos. Otra de las características de este conjunto de microorganismos es la resiliencia, pues es capaz de tolerar condiciones adversas (como cuando tomamos antibióticos, tenemos estrés o sufrimos una diarrea infecciosa) y recuperar el estado de equilibrio del que partía.

Además, la microbiota intestinal posee una variabilidad infinita porque no hay dos iguales. Cada individuo tiene su propia composición de microorganismos, aunque las funciones que éstos realizan sean las mismas. "Esto nos lleva a investigaciones como las desarrolladas en la actualidad, que consisten en definir un conjunto mínimo de funciones que sean propias de una microbiota sana, independientemente de los microorganismos que las realicen", explican las autoras.

Estilo de vida, alimentación y defensas

Hay factores intrínsecos al individuo como la edad o la genética que no se pueden modificar, pero otros, como la nutrición, sí se pueden modular y, con ello, disminuir el riesgo de un mal funcionamiento del sistema inmunitario. "Nuestro país pertenece a la cuenca mediterránea y su dieta es la primera opción que debemos seguir para obtener un buen estado nutricional, pero las alteraciones de la misma, como omitir alguna de las tres comidas más importantes del día o comer demasiado deprisa, no ayudan a mantener fuertes nuestras defensas", indican las investigadoras. Además, "la relación entre nutrición e inmunidad se pone de manifiesto desde la época más temprana de la vida, puesto que la alimentación de la madre gestante y del bebé recién nacido influye en el desempeño psicológico y físico en los años subsiguientes y hasta en la salud general en la edad adulta", añaden.

Si se atiende a otros aspectos, el ejercicio físico también puede ser un buen aliado, siempre que se practique de manera regular y con una intensidad moderada, según el CSIC. Al igual que la nutrición, se ha demostrado que el ejercicio tiene repercusión directa en la diversidad y composición de la microbiota intestinal.

El estrés, a su juicio, es otro factor que nos acompaña más de lo indicado y que debemos reducir. El grupo de investigación en Inmunonutrición señala que en este estado generamos cortisol, una molécula que deprime el sistema inmunitario y provoca que las personas sean más vulnerables a padecer una infección o un proceso de inflamación. También afecta al sueño y, en consecuencia, a su capacidad reparadora del organismo y del sistema inmunitario.

Aunque hay un consenso general sobre el estilo de vida más adecuado para el sistema inmunitario, la cuestión se complica cuando se quiere concretar estas evidencias en pautas específicas y universales. "No es fácil precisar ni garantizar la ingesta adecuada de cada uno de los nutrientes para cada individuo. Esta cuestión se vuelve complicada porque los requerimientos varían en distintas situaciones fisiológicas y según factores genéticos individuales y estilos de vida, además de verse afectados por interacciones entre los distintos nutrientes que se ingieren, y de estos con otros compuestos, como los medicamentos", precisan. Lo que sí dejan claro es que una dieta equilibrada y buenos hábitos de sueño, descanso y actividad física, así como de cuidado emocional, favorecen una buena función inmunitaria.