“La emergencia que representa el abandono de los territorios olivareros engloba cuestiones diferentes pero fuertemente interconectadas: la despoblación y decadencia de zonas internas con fuertes problemas de desarrollo, el envejecimiento de la población agrícola y la falta de relevo generacional, los bajos ingresos de los olivicultores, los retrasos en la implementación de la innovación tecnológica y la fragmentación de la producción”, ha explicado Michele Sonnessa, presidente de Città dell'Olio.
En relación con los servicios ecosistémicos que genera la olivicultura tradicional e histórica, según Sonnessa, la recuperación de olivares abandonados aporta beneficios no sólo económicos sino también sociales y ambientales relativos a aspectos ligados al paisaje rural destinado como elemento de atracción turística, al mantenimiento de la biodiversidad del olivo, a la reducción del riesgo hidrogeológico y la prevención de incendios, a la mitigación y adaptación al cambio climático, así como al tema más amplio de la sostenibilidad.
En este contexto, “la olivicultura considerada ‘marginal’ es por el contrario una oportunidad extraordinaria, sobre todo si somos capaces de describir el alto valor ambiental y paisajístico de los lugares de producción en las zonas internas y desfavorecidas de nuestro país donde nace y crece una propia Comunidad del Olivo que debemos apoyar y potenciar a través del oleoturismo”, ha explicado.
Para lograr estos objetivos, Sonnessa ha apostado por actuar a nivel de gobernanza con una propuesta de ley nacional para luchar contra el abandono de la olivicultura histórica y tradicional.
En la primera reunión de esta mesa técnica ha surgido la necesidad de realizar un censo de olivares abandonados a nivel nacional y regional pero, sobre todo, identificar las herramientas destinadas a contribuir a revertir la tendencia al abandono de las actividades oleícolas. Entre ellas, por ejemplo, se encuentra la introducción de desgravaciones fiscales y acciones de exención fiscal en apoyo a las empresas oleicultoras y a los ciudadanos que quieran recuperar olivares abandonados y volver a ponerlos en producción; y la creación de cooperativas comunitarias y asociaciones agrarias en los municipios afectados con el fin de mejorar la potencial del territorio, recuperar y utilizar los terrenos abandonados o baldíos y realizar pequeñas obras de mantenimiento ordinario de las infraestructuras.
Finalmente, entre los objetivos que podría plantear la propuesta se encuentra también la creación de un organismo dedicado al seguimiento periódico que pretenda convertirse en un lugar de integración y contacto entre las distintas administraciones, universidades y centros de investigación en el ámbito de la gestión del paisaje; así como un centro de estudio y seguimiento de los paisajes oleícolas con vistas a una ordenación territorial sostenible.
La próxima reunión de esta mesa técnica se celebrará el próximo mes de mayo.
Città dell’Olio ha precisado que el abandono de la olivicultura tradicional e histórica que afecta a los empresarios agrícolas, a los ciudadanos privados y a los aficionados no registrados en las zonas internas y marginales se confirma con la disminución significativa -igual al 31%- de las empresas oleícolas italianas en los últimos años, según se desprende de un informe del Ismea de febrero de 2023 relativo a la década comprendida entre 2010 y 2020. En el mismo análisis, sin embargo, se identifica el oleoturismo y la diversificación de las actividades asociadas a las empresas oleícolas como una gran oportunidad para relanzar el sector.
En concreto, de los datos recogidos en dicho informe se desprende que el número de empresas oleícolas ha disminuido en 26.622 unidades en tres años (con una media de 8.874 unidades al año), mientras que la superficie oleícola en hectáreas ha experimentado una contracción menos evidente equivalente a 5.750 hectáreas en tres años (promedio de 1.917 ha. por año).
