En consecuencia, la RAIF ha abogado por valorar, en una primera instancia, el tipo de mala hierba (hoja ancha o estrecha, compuestas, crucíferas, etc.) que suelen hacer acto de presencia en la parcela, para utilizar el herbicida más apropiado.
Una vez elegido el herbicida, se debe tener una alternativa de aplicación, ya que en algunas ocasiones las lluvias pueden ser imprevistas, impidiendo la entrada a la parcela, "con lo cual debemos esperar a que se oree el terreno, dando tiempo a que la hierba se desarrolle en exceso, por tanto, la planificación realizada en un principio ya no sea operativa y tenemos que recurrir a la siega mecánica de la misma".
Dependiendo del grado de presencia de las malas hierbas, la RAIF cree que es interesante la realización de un tratamiento, con herbicida de post-emergencia que pudiera combinarse con un herbicida de pre-emergencia, dependiendo de la presencia en el terreno de determinadas especies de malas hierbas.
Una cuestión añadida al uso continuado de las mismas materias activas de herbicidas para el control de malas hierbas, es la aparición de resistencias en determinadas especies. Mientras que el uso continuado de materias activas contra determinadas especies como puede ser el caso de emplear herbicidas para el control de malas hierbas anuales, puede provocar, a su juicio, que aquellas especies de perennes comiencen a aumentar en la parcela, originando lo que se conoce como una inversión de flora.