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La gran transformación del olivar español

La gran transformación del olivar español

lunes 17 de abril de 2023, 12:00h
En este artículo, Ramón Gil Pérez, coordinador de Innovación Agroalimentaria de Grupo Cooperativo Cajamar, aborda la transformación del olivar español y asegura que en los últimos años el sector olivarero de nuestro país está protagonizando un importante esfuerzo de modernización con el objetivo de reforzar su posición competitiva en el mercado global.

El olivar es uno de los principales cultivos de la agricultura española, con más de 2,7 millones de hectáreas repartidas por buena parte del territorio nacional. No obstante, Andalucía concentra el 60% del total de la superficie, seguida a distancia por Castilla-La Mancha y Extremadura, con un 16 % y un 10%, respectivamente.

El 97% de la superficie está dedicada a plantaciones destinadas a la aceituna de almazara, ocupando la aceituna de mesa tan solo un 3% del total.

Evolución reciente

La superficie dedicada al olivar ha experimentado un importante crecimiento en los últimos 10 años, incrementándose hasta un 10,6%, alcanzando 2.770.400 ha.

El 68% del total de la superficie se corresponde con plantaciones en régimen de secano, si bien en la última década el olivar de regadío ha pasado de representar el 24% a ocupar el 32 % en la actualidad.

Se trata de un cultivo implantado en casi toda España, destacando provincialmente Jaén, Córdoba, Granada y Sevilla, entre otras muchas, como se puede apreciar en el siguiente mapa.


Fuente: MAPA (ESYRCE)

Según datos de la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos Cultivos (ESYRCE 2021), aún existen más de 226.000 ha. entre plantaciones jóvenes y de primer año, que auguran un incremento medio de producción para las próximas campañas, cuando estén en pleno rendimiento.

Hacia un sector más intensivo, tecnificado y rentable

Históricamente, las densidades de plantación han sido bajas en el sistema conocido como olivar tradicional. En la actualidad, todavía el 51% del total se corresponde con este tipo de plantaciones, estableciéndose sobre todo en terrenos de elevadas pendientes donde es difícil mecanizar las tareas.

En los últimos años se está llevando a cabo una importante transformación, apostando por sistemas de producción más intensificados, sobre todo en zonas más llanas y con acceso a regadío, lo que permite una mayor productividad, una rápida entrada en producción y un importante ahorro en mano de obra debido a la tecnificación de las principales tareas, como pueden ser la poda y la recolección.

El sistema intensivo representa en torno al 45% del total, mientras que el superintensivo aún supone un porcentaje inferior al 5% del total, si bien muestra una tendencia creciente, a pesar de ser el que requiere de una mayor inversión inicial, dado que el número de árboles por hectárea es bastante superior.

Sin embargo, la intensificación permite a su vez incrementar la productividad y minimizar los costes de producción unitarios, repercutiendo todo ello en un menor periodo de retorno de la inversión: desde los 13 años para plantaciones tradicionales hasta los siete años en plantaciones superintensivas en regadío.

Parte de las plantaciones de los últimos años se están encaminando hacia fincas de grandes dimensiones para poder así, por economía de escala, optimizar los insumos productivos.

Con el fin de minimizar los posibles errores en las nuevas plantaciones, son importantes las recomendaciones de las empresas de comercialización, así como un buen asesoramiento técnico que permita elegir la variedad, el marco de plantación y el manejo más adecuados, dependiendo de la ubicación de la finca, la pendiente, la naturaleza del terreno, las condiciones climáticas y otros aspectos.

Aplicación de técnicas sostenibles

La conservación de los suelos es fundamental para poder garantizar la fertilidad de los mismos en un futuro. Hay que destacar que tan solo el 13% de las explotaciones realizan laboreo tradicional, siendo las principales técnicas el laboreo mínimo (38%), la cubierta vegetal (29%) y no laboreo (13%), encaminadas a la mejora de la conservación del terreno.

La agricultura ecológica tiene en el olivar un gran exponente. En la última década se ha producido un importante crecimiento en este tipo de plantaciones, incrementándose en 175.245 ha., hasta llegar a las 256.507 ha. registradas en 2021, lo que pone de manifiesto la apuesta del sector en busca de un importante valor añadido.

Asimismo, la optimización del agua es un factor primordial. En la actualidad más del 95% de la superficie ya cuenta con sistemas de regadío localizado, permitiendo así optimizar el agua aportada en los riegos. A partir de ahora, habrá que continuar mejorando la eficiencia en los sistemas de regadío, mediante la sensorización, la teledetección, los equipos avanzados de control, etc.

Líderes en producción mundial de aceite de oliva

El promedio de la producción mundial de aceite de oliva durante las últimas cinco campañas ha sido de 3,3 millones de toneladas, siendo España el país líder con el 43% del total de la producción mundial y el 66% del total producido en la Unión Europea. El resto de los principales productores se concentran también en la Cuenca Mediterránea (Italia, Grecia, Túnez, Turquía, Marruecos, Portugal y Siria).

En lo que respecta al consumo, el promedio de las últimas cinco campañas se ha situado en 3,1 millones de toneladas, repartiéndose casi en partes iguales entre los países de la Unión Europea y los extracomunitarios. Los principales consumidores son los países de la Cuenca Mediterránea, destacando también EEUU y Brasil.

Económicamente, la importancia de las aceitunas y el aceite de oliva en España es notable, representando el 14% del total de la facturación de la producción vegetal nacional. En concreto, el valor promedio de la producción de las cinco últimas campañas ha sido de 4.074 millones de euros, estimándose para la presente campaña 2022/23 un valor de 4.736 millones de euros, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).

En el siguiente gráfico se muestra la evolución de las últimas campañas, así como la estimación de la actual, apreciándose una importante merma en la producción estimada, tras dos campañas con oferta elevada.


Fuente: elaboración propia.

La menor producción de esta campaña propiciará una menor exportación, y respecto al consumo interior lo normal es que decaiga, debido también al elevado precio que ostenta el aceite de oliva en la actualidad. Y es que a lo largo del año 2022 el precio ha ido aumentando linealmente, desde los 3,4 euros/kg. en enero hasta alcanzar los 5,4 euros/kg. registrados en la semana 50.

En la actualidad, los precios de venta del aceite de oliva muestran una tendencia al alza, y gracias a ello se está consiguiendo mitigar el incremento de los costes de producción.

La mayor parte de la producción de aceite de oliva se comercializa a granel; mientras que en lo que respecta al aceite embotellado, de cara a incrementar su competitividad, hay que reseñar que el TOP10 de los principales comercializadores de aceite de oliva envasado en el mercado nacional aglutina 311,6 millones de litros, gracias a la integración y fusión de varios grupos, lo que permite optar a un mayor poder de negociación.

Un sector con fuerte arraigo cooperativo

El olivar es la sección del cooperativismo agroalimentario español que ocupa la segunda posición en el ranking de facturación, solo por detrás de frutas y hortalizas, con el 13 % de la facturación total según Cooperativas Agro-alimentarias de España (2021).

En muchos municipios, sobre todo de Andalucía, es el principal cultivo y motor económico, poniendo de manifiesto su repercusión social.

En cuanto al número de cooperativas la importancia es aún mayor, ostentando el 36% del total de las cooperativas agroalimentarias nacionales, con un crecimiento del 2% en los últimos cinco años.

El cooperativismo en el olivar ha tenido una facturación promedio en los últimos cinco ejercicios superior a los 3.500 millones de euros, quedando patente su importancia económica.

Perspectivas de futuro

Nos encontramos ante un futuro prometedor, en el que es importante la incorporación de jóvenes al sector para favorecer el relevo generacional; continuar aplicando técnicas ligadas a la sostenibilidad; impulsar la eficiencia en los sistemas de regadío; incrementar la apuesta por el aprovechamiento de los subproductos; y apoyar la innovación y digitalización para intentar ser más competitivos.