El aceite de oliva virgen extra es una obra maestra sensorial. No sólo deleita el olfato y el gusto con su intensidad y complejidad de aromas, con su riqueza de sabores, sino que también despierta el sentido del tacto con su textura única en boca. Te proponemos un maridaje sin precedentes donde las notas musicales pretenden dialogar con los perfiles organolépticos del aceite de oliva, ampliando la experiencia sensorial más allá de lo conocido. ¡Disfrútalo este verano!
El aceite de oliva virgen extra es una obra maestra sensorial. No sólo deleita el olfato y el gusto con su intensidad y complejidad de aromas, con su riqueza de sabores, sino que también despierta el sentido del tacto con su textura única en boca. Cada variedad podría contar su propia historia a través de una sinfonía de frutado, amargo, picante y fluidez, apelando a los sentidos en una experiencia inmersiva. Pero, ¿qué ocurre si añadimos a este concierto sensorial el sentido del oído? ¿Puede una melodía enriquecer la percepción de un AOVE o amplificar las sensaciones que evoca en nariz y boca?
El sentido del olfato, con su doble vía, directa y retronasal, capta los matices aromáticos que distinguen a cada variedad, mientras que el gusto identifica los sabores básicos como el amargo, en una interacción íntima y profunda. Además, otras sensaciones como el picante -una respuesta kinestésica- y la fluidez -una experiencia táctil- completan un universo sensorial que parece pedir música como acompañamiento natural.
Este artículo propone un maridaje sin precedentes donde las notas musicales pretenden dialogar con los perfiles organolépticos del aceite de oliva, ampliando la experiencia sensorial más allá de lo conocido. En EVOOLEUM tenemos la suerte cada año de catar y disfrutar de un elenco único de variedades de distantes rincones del planeta. Son las mejores, las más frutadas, las más complejas. Atrevámonos pues a proponer una pieza musical clásica para las más importantes… comenzando este apasionante viaje con la reina de Andalucía.
Picual (España)
La picual, la más cultivada del mundo, es una variedad con carácter. Su perfil sensorial está marcado por las notas de hierba fresca, tomatera, cáscara de plátano y almendra verde, acompañadas de un amargo y un picante de intensidad media-alta que evocan fuerza y bravura en boca. Es un aceite que no se contiene, que exige atención y respeto, como el espíritu de Andalucía, de donde es originaria.
La pieza ideal para acompañar a la picual es el “Concierto de Aranjuez” de Joaquín Rodrigo, un himno español que marida con la variedad más plantada del planeta, una pieza que mezcla pasión, intensidad y melancolía, reflejando a la perfección la riqueza y el alma de este aceite.
Hojiblanca (España)
La hojiblanca, infinitamente compleja y equilibrada, despliega una insolente amalgama de aromas vegetales, frutales y silvestres a la vez. En nariz exhibe desde el frescor de la fresca cubierta vegetal recién cortada y la almendra verde hasta las notas de hierbas aromáticas, especias y plátano, en un universo sensorial único e imposible. En boca combina un amargor y picor creciente con la elegancia de un final persistente y armonioso, como una pieza de arte elaborada con maestría.
La hojiblanca encuentra su maridaje perfecto en la “Danza Ritual del Fuego” de Manuel de Falla, que captura la energía, la complejidad y el ritmo vibrante de esta variedad… y que como ella va creciéndose en boca y oído.
Cornicabra (España)
La cornicabra posee una personalidad robusta y vegetal. Sus aromas recuerdan a las hierbas del campo, hojas del olivo y frutas frescas, mientras que en boca sorprende con un amargo y picante potentes y cargados de polifenoles, proporcionando una experiencia sensorial contundente y a la vez muy bien estructurada. Es un aceite que expresa tradición y tierra, de la tierra propia de La Mancha.
Para cornicabra, la pieza musical ideal es el “Bolero de Ravel”, cuya progresión pausada y poderosa refleja la fuerza y persistencia de este cultivar.
Arbequina (España)
La delicadeza de la arbequina muestra un espíritu completamente diferente. Este aceite, suave, dulce y frutado, con aromas que recuerdan a la manzana y la almendra, se mueve al ritmo de una melodía tranquila y melancólica. En boca despliega elegancia y sutileza, con un equilibrio infinito.
La música de piano de Erik Satie, “Gymnopédie No. 1”, encaja a la perfección con su carácter amable y gran armonía, invitando a una experiencia sensorial que transmite calma y dulzura.
Koroneiki (Grecia)
La variedad koroneiki, originaria de Grecia, es fresca, frutada y elegante. Sus aromas verdes y herbáceos, con toques de flores silvestres y romero, evocan los paisajes mediterráneos donde las olivas maduran bajo el sol helénico. En boca, esta variedad equilibra amargor y picor de manera sutil, culminando con un final vibrante.
El perfecto maridaje musical para koroneiki es el “Sirtaki” de Mikis Theodorakis, una pieza tradicional griega que crece en intensidad, capturando la frescura y vitalidad de esta variedad ancestral.
Coratina (Italia)
La coratina es una explosión sensorial en sí misma. Con la mayor concentración de antioxidantes entre todas las variedades, resulta intensa, picante y amarga, pero también profundamente frutada y vegetal, con notas frutales combinadas con alcachofa, tomate y almendra. Su potencia y complejidad son su sello distintivo, desafiando al paladar como un aceite legendario que resulta difícil de olvidar.
Para la coratina, la pieza perfecta es el “Va, pensiero” de Giuseppe Verdi, el coro de los esclavos hebreos, que combina emoción, complejidad y belleza atemporal, como este aceite italiano.
Souri (Líbano/Siria)
La souri, procedente de la zona del Líbano y Siria, es una variedad exótica y elegante. Sus aromas combinan frutas maduras y hierbas aromáticas, con notas especiadas que reflejan el alma de Oriente. En boca, el picante y el amargo se equilibran con delicadeza, ofreciendo un perfil refinado y exótico.
Para souri, la música ideal es “Lamartine Overture” de Anis Fuleihan, una obra libanesa que mezcla tradición y modernidad, reflejando la historia y el carácter de este cultivar, madre de variedades.
Atrevámonos, pues, a fundir el aceite de oliva virgen extra con la música, dos joyas del patrimonio cultural que se hallan en perfecta armonía. Una sinfonía sensorial que merece ser escuchada, saboreada… y compartida.