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La industria oleícola en Australia y Nueva Zelanda

La industria oleícola en Australia y Nueva Zelanda

martes 20 de diciembre de 2016, 10:05h

De la mano de Simon Field, fundador de Extra Virgin Olive Oil Savantes, Mercacei viaja a las antípodas para ofrecer un retrato fiel de la industria del aceite de oliva y de la aceituna de mesa en Australia y Nueva Zelanda. Publicamos un extracto del reportaje incluido en Mercacei Magazine 89.

Los olivos fueron introducidos en Australia y Nueva Zelanda por los primeros inmigrantes europeos, perviviendo en la actualidad algunas de estas plantaciones y árboles centenarios. En 1846, en Australia Occidental dos monjes benedictinos españoles establecieron una misión con un olivar en Nueva Norcia que sobrevive a día de hoy. Once años antes, en 1835, el célebre explorador Charles Darwin mencionó a los olivos plantados en Waimate del Norte, en el extremo norte de la Isla Norte de Nueva Zelanda.

Alrededor de 150 años más tarde, impulsada por viveros que promovían la creación de olivares comerciales, la industria oleícola en ambos países inició su actual resurgimiento. Un pequeño número de plantaciones comerciales perduraba de los anteriores ciclos de cultivo, con algunas marcas locales de aceite de oliva y aceituna de mesa disponibles a través de tiendas de alimentación especializadas. En Australia seguía existiendo una marca producida en Australia del Sur que podía adquirirse en los supermercados y cuyo nombre era, irónicamente, Viva.

El país aussie posee una elevada población inmigrante originaria de los países mediterráneos que ha mantenido la tradición de utilizar aceite de oliva en la cocina. El consumo anual de este producto oscila entre 35.000 y 40.000 toneladas métricas, mientras que en Nueva Zelanda se consumen alrededor de 4.000 t. Hasta 1995, prácticamente todo el aceite de oliva se importaba desde España, Italia y Grecia -al igual que sucedía con la aceituna de mesa-, una dependencia exterior que sirvió para estimular la creación y desarrollo de nuevas plantaciones de olivar en ambos países.

Las nuevas plantaciones comprendían una mezcla de planes de inversión a gran escala (por encima de 80.000 árboles), olivares de tamaño medio (10.000-80.000 árboles) y pequeñas plantaciones boutique & lifestyle (500-10.000 árboles). La mayor de ellas, de unos 40.000 olivos, incluye variedades importadas del Mediterráneo, principalmente italianas -frantoio, leccino y coratina-, españolas -picual, hojiblanca y arbequina- y la griega koroneiki. La variedad manzanilla se destina a la producción de aceituna verde de mesa, mientras que la griega kalamata se emplea para suministrar la mayor parte del volumen de aceituna de mesa a granel. Asimismo, una importante empresa de fondos de inversión plantó una gran cantidad de olivos de la variedad autóctona israelí barnea, que ha planteado problemas de adaptación que se suman a otros genéricos como los elevados índices de campesterol hallados en el aceite de oliva australiano -superiores a los valores recomendados por el Consejo Oleícola Internacional- o la frecuente ausencia de fruto en las plantaciones neozelandesas.

Las plantaciones se extendieron por ambos países, pero con el paso del tiempo se hizo evidente que en determinadas regiones -sobre todo aquellas con mayores precipitaciones y épocas de maduración cortas- el cultivo del olivo no era lo más adecuado, por lo que dejaron de funcionar. El tipo de plantación varía del sistema intensivo al semi-intensivo, si bien las más recientes también incluyen el sistema superintensivo y la plantación en seto, que requieren equipamiento especializado para el correcto manejo de los árboles.

A medida que los olivos maduraban, el proceso de recolección se fue desarrollando, al tiempo que la maquinaria para la molturación y procesado del aceite era importada. Así, los primeros AOVEs de Australia y Nueva Zelanda comenzaron a compartir espacio en los lineales de las tiendas y en los restaurantes junto a los productos de importación. La novedad conllevaba un elevado precio inicial, que se ha ido reduciendo conforme se adquirían mayores conocimientos sobre las condiciones del cultivo a nivel local y se acumulaba la necesaria experiencia en lo relativo a su procesado para mejorar los rendimientos y reducir los costes de producción.

Cambio de manos y de escenario

El entusiasmo y pasión que impulsaba a los pioneros dio paso a una industria con expectativas más realistas de ventas y precios, y muchas grandes y pequeñas plantaciones cambiaron de manos a muy bajo coste permitiendo a los nuevos propietarios obtener un margen de beneficio razonable. Tras alcanzar su punto máximo en 2012, el número de marcas locales de AOVE presentes en los lineales de los supermercados se ha ido reduciendo hasta limitarse en la actualidad a unas pocas suministradas por grandes empresas. En esa misma época surgieron las marcas de distribuidor de aceites de oliva australianos y neozelandeses. Hoy día, los pequeños productores de ambos países dependen de los mercados de agricultores para mover sus aceites a precios relativamente altos, mientras que aquellos que manejan plantaciones de tamaño medio optan por la venta de sus productos a granel o a través de distribuidores de servicios alimentarios y proveedores de alimentos especializados (specialty food).

Actualmente, el aceite de oliva made in Australia suministra aproximadamente el 40% de la demanda local, 15.000 toneladas métricas de un consumo anual estimado en 38.000 toneladas -400 toneladas en Nueva Zelanda que se corresponden con el 10% del consumo-. En cuanto a la aceituna de mesa, la producción anual es de 4.500 toneladas en Australia, donde el olivar más extenso dedicado a este producto cuenta con 125.000 árboles. El consumo anual se cifra en alrededor de 17.000 toneladas, de las que el 75% son importadas; mientras que en Nueva Zelanda la producción apenas alcanza las 10 toneladas al año.

La mayoría del aceite de oliva producido en ambos países es de calidad virgen extra, con el refinado reducido a un papel meramente testimonial. En Australia el virgen extra representa el 80% de la producción, al tiempo que el aceite de oliva virgen y lampante se exporta a Europa, retornando en un pequeño porcentaje como aceite de oliva refinado o mezclado (blended). Si Australia posee la capacidad de refinar grandes cantidades de aceite de oliva, en Nueva Zelanda la pequeña producción no justifica su refinado.

Por Simon Field, fundador de Extra Virgin Olive Oil Savantes