Según ha precisado la UCO, en la Unión Europea, las medidas de cuarentena, contención y erradicación de
Xylella fastidiosa son de obligado cumplimiento desde 2013. Sin estas medidas, se estima que "la plaga podría generar pérdidas por un valor anual de 5.500 millones de euros, y poner en riesgo 300.000 trabajos relacionados con el cultivo de olivo, almendro, cítricos y vid", ha añadido.
Gracias a esta estrategia, según el centro docente, la incidencia de Xylella hoy día es muy baja. El foco más grande hasta la fecha ocurrió en 2013 en Puglia, el sur de Italia. “Eran olivares con manejo poco intensivo”, ha señalado Enrique Quesada Moraga, que participa en el estudio y dirige el grupo de investigación de Entomología Agrícola de la Universidad de Córdoba, en relación a las imágenes de la zona italiana afectada que aparecieron en todos los medios de comunicación.
En el caso de España, "realmente impacto económico no ha tenido”, ha afirmado el investigador, quien ha precisado que en nuestro país “el cultivo en el que más está apareciendo es en almendros”. “La subespecie pauca, que es la causante el decaimiento rápido de olivo en el sur de Italia, sólo se ha encontrado en Mallorca, en una zona de acebuches”, ha aclarado.
Sin embargo, según ha asegurado la UCO, las medidas de prevención y control pueden llegar a tener un impacto importante para los agricultores. "Hasta la fecha no existen tratamientos fitosanitarios efectivos una vez que ocurre la infección, por lo que es necesario implementar medidas de contención y erradicación, que implican arrancar los árboles afectados y poner en cuarentena una porción importante del cultivo", ha indicado. El grupo de la Universidad de Córdoba también estudia el impacto ecológico y económico de estas medidas de cuarentena.
Por ello, como parte del proyecto Bexyl, varios grupos de investigación nacionales e internacionales están trabajando en medidas de control y contención alternativas, como variantes de plantas resistentes al patógeno o formas de controlar los vectores que ayudan a transmitir el patógeno mediante bioplaguicidas a base de microorganismos entomopatógenos, que es lo que busca el equipo de la UCO.
Además, se están buscando estrategias que sean sostenibles y efectivas en un contexto de cambio climático, además de adaptadas y compatibles con prácticas que el Pacto Verde Europeo y las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) llevan años impulsando.
Por ejemplo, según la UCO, en el caso del olivar estas políticas promueven el uso de cubiertas vegetales durante una parte del año para reducir la huella de carbono y proteger el suelo de la erosión, por lo que en el caso no deseado de que el problema finalmente alcanzara a los olivares españoles, sería necesario seleccionar cubiertas vegetales que no favorezcan los insectos que ayudan a transmitir Xylella fastidiosa.
“Es un equilibrio complicado. Estos insectos están en las cubiertas, para poner los huevos, para vivir. Hay que implementar medidas de distintas índoles, ver qué cubiertas vegetales pueden perjudicar más a los vectores”, ha resaltado Quesada.
Para solucionar este problema, el equipo de investigación de la UCO está explorando el uso de hongos entomopatógenos, capaces de infectar insectos, para reducir el número de vectores que transmiten Xylella fastidiosa en las cubiertas vegetales y cultivos, e incluso alterar su capacidad para transmitir la bacteria.
“Buscamos microorganismos entomopatógenos dentro del propio olivar, en el suelo, en las hojas del cultivo y de la flora arvense”, ha apuntado Quesada, al tiempo que ha subrayado que “queremos aprovechar los servicios ecosistémicos del olivar para intentar manejar los vectores. O sea, hacer un control biológico”.
El proyecto acaba de rebasar su ecuador y, de momento, esta nueva estrategia ofrece resultados prometedores. Hasta la fecha, sólo se han estudiado en el laboratorio con técnicas moleculares y de bioensayo. Pero, a partir del próximo año se probarán sobre el terreno en las fincas afectadas de Puglia, en Italia.
“Hay que concentrar mucho la investigación en primavera, verano. Estos insectos no se pueden criar en condiciones de laboratorio”, ha concluido el investigador.