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El aceite tenía un precio

El aceite tenía un precio

"Donde el aceite no tenía valor, la climatología a veces pone un precio"

miércoles 19 de julio de 2023, 12:30h
Ser oleicultor se ha convertido en una profesión de alto riesgo. Un gestor de carteras de bolsa lleva una vida más tranquila. Así comienza este artículo firmado por José Vico, ingeniero agrónomo, oleicultor y asesor especialista en almazaras, en el que aborda la situación de los precios de los aceites de oliva.

En la campaña 2016/17, el precio medio de los aceites de oliva (virgen extra, virgen y lampante) en origen alcanzó 4,21 euros/kg. y la pluviometría de esa campaña en España fue de 542 l./m2. En cambio, en la campaña 2019/20, el precio se situaba en 1,95 euros/kg. y la pluviometría fue de 664 l./m2. En estos momentos, mientras se escribe este artículo (mediados de julio), el precio medio en origen de los aceites asciende a 6,54 euros/kg. Desde la semana pasada hasta ahora ha subido 0,26 euros/kg; y la pluviometría de esta campaña desde el 30 de septiembre de 2022 es de 479 l/m2.

Donde sí se puede y se debe actuar es en la eficiencia, optimizando los recursos

Un total de 11,5 millones de hectáreas de olivar repartidas por todo el mundo contemplan el devenir de una situación tan insólita que ha convertido al olivo y su aceite en un producto estrella. Se trata de un cultivo y un alimento deseado, admirado y seguido con atención por lo que pueda suceder. Existe interés debido a que los acontecimientos, como se verá, no dependen únicamente del propio sector. Un incremento en el precio de un producto, bajo el principio de “lo que vale cuesta, y lo que cuesta es lo que vale”, es una buena noticia si está justificado por el productor y comprendido por el consumidor. Sin embargo, ¿qué sucede cuando las fluctuaciones de precios son difíciles de comprender? En ese caso, nos enfrentamos a un problema.

En la actualidad, la subida de precio del aceite se debe, entre otros, a factores externos al sector, como la subida de costes energéticos, la cotización de otros productos sustitutivos, los fertilizantes y la inestabilidad social (conflicto en Ucrania); e internos, tales como la climatología (la falta o presencia de lluvia); la vecería del olivo (año de carga seguido de año de descarga); el aumento de la superficie y las posibilidades de mecanizar el cultivo; y el comportamiento del consumo.

La influencia del sector oleícola en los factores exógenos es mínima; y en cuanto a los factores endógenos: no es posible controlar el clima, se puede intervenir parcialmente en la vecería del olivo, se puede proporcionar información sobre cómo afectará el aumento de la superficie de olivar y la respuesta del consumidor estará relacionada con el precio que alcance el aceite.

Donde sí se puede y se debe actuar es en la eficiencia, optimizando los recursos. El aceite debe satisfacer al consumidor; y la calidad, junto con el precio, forman un tándem indisoluble. Por lo tanto, ¿dónde hay que actuar para aumentar la eficiencia? Reconvertir el cultivo, en los casos que sea posible; potenciar la superficie de riego; diferenciar el aceite, implementando producción ecológica y sistemas de calidad; gestionar los subproductos (hueso, alperujo); y formar a los trabajadores para que conozcan, mejoren y disfruten de su trabajo.

En teoría, el funcionamiento del libre mercado se encarga del resto, donde la demanda y la oferta se encuentran en el precio de equilibrio. Lo que sí se observa es la presencia de ciclos que se alternan, suelen durar de dos a seis años. Después de un ciclo de precios bajos (menos de 2,4 euros/kg.), se produce otro de precios elevados. Es mejor estar preparado para los ciclos de precios bajos porque vendrán, sin duda, y tener una empresa eficiente es la mejor forma de protección. Y qué casualidad, los precios altos o bajos vienen a coincidir con la ausencia o presencia de lluvias. A la vista de esta situación, lo mejor es “que llueva que llueva la virgen de la cueva…” Y esperemos que los cazarrecompensas no se crucen en nuestro camino.