"A pesar de la buena recuperación de la producción y la excelente calidad del producto, el mercado oleícola todavía no despega este año: los compradores están esperando que el precio del aceite de oliva virgen extra italiano alcance casi el nivel del español, las cisternas están llenas y quien paga las consecuencias son, como siempre, los productores y las almazaras", han destacado Scanavino y Sicolo.
A su juicio, los productores continúan representando el eslabón más débil de la cadena “y estos comportamientos ciertamente no facilitan el reparto de valor entre todos los agentes de la cadena”. En este sentido, han considerado que “vender un producto de excelencia a un precio de ganga significa ni siquiera devolver los costes a lo que han tenido que hacer frente los agricultores para trabajar la tierra, cuidar las plantas y el riego”.
"Después del desastroso año 2018, el peor de todos, esta burbuja comercial finalmente afectará a miles de familias y a todo un símbolo del Made in Italy. Por ello, esperamos que se reanuden las negociaciones para evitar el hundimiento de la campaña y remediar esta situación antes de que sea demasiado tarde”, han concluido.
